Que las “operaciones militares especiales” del ejército ruso son criminales ha sido ampliamente probado en Grozny y Alepo, por nombrar sólo los ejemplos recientes más extremos de ciudades que redujo a escombros. En Ucrania aún no se ha llegado tan lejos, quizás porque el pretexto de la invasión es que los ucranianos son un pueblo hermano que hay que liberar. Pero para lograr sus objetivos militares, Rusia debe intensificar la guerra y abrumar a ese “pueblo hermano” con su superior poder de destrucción. La lógica de la guerra conduce la invasión rusa hacia una escalada de devastación.
No pretendamos que este es un fenómeno ruso. Durante las Guerras del Golfo, los estadounidenses bombardearon refugios (con bombas diseñadas para aplastar búnkeres) en Bagdad, lo que provocó la muerte de cientos de civiles. Muchos más murieron cuando los soldados que huían fueron masacrados desde el aire en la “autopista de la muerte” en 1991. En las guerras que libró Occidente en Irak y Afganistán, murieron más de 380.000 civiles. Los innumerables ataques con aviones no tripulados que el ejército estadounidense ha llevado a cabo desde entonces tampoco muestran respeto por la diferencia entre combatientes y no combatientes. Sin mencionar lo que Israel, el vasallo más leal de Washington, ha hecho en Gaza. Todos son capaces de ello. Esta es la guerra moderna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario