En Arequipa, merece la pena el convento para chicas bien venidas a monjas, de Santa Catalina, con tres barrios encalados con distintos colores y que nos recuerda mucho a España. Es como un pueblo hermoso y vacío, como si se acabaran de esconder, que apetece mucho recorrer. Pensamos que salen por la noche y se ponen a colocarlo todo, a barrer y fregar, y cuidar lo cuyes que viven en las celdas.
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