Joaquim Vicens Gironella (1911·1997) nació en Agullana, en los Pirineos catalanes, una región española que abunda en alcornoques. Proveniente de una familia de fabricantes de corcho, él mismo siguió con el negocio.
Alistado en el ejército republicano, la victoria de Franco le obligó a exiliarse. Encontró trabajo en una fábrica de corcho en Toulouse. En 1941, tuvo la idea de tallar corcho y, alcanzando la edad de jubilación, tuvo tiempo para dedicarse por completo a la literatura, el grabado y, sobre todo, la escultura.
Tallador de corcho con experiencia, fue apreciado por la viveza de su grano, su rica textura, su amplia gama de tonalidades, y la forma en que se resiste a las herramientas a fin de alentar impresionantes sorpresas. A menudo, era la forma del trozo de corcho lo que inspiró ciertas figuras o motivos con tintes mitológicos, religiosos o míticos. Aunque esbozaba sus composiciones en tiza, se dejaba llevar por el azar al tallar la pieza. Disfrutó de extraer todo el potencial expresivo del corcho con la más simple de las herramientas: una fina navaja de bolsillo y papel de lija. Sacó las mil formas en que este material podría modular la luz, absorberla, hacerla vibrar o reflejarla.
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