Nos hospedamos en el Hotel Amparo, en el centro de la ciudad. Recorremos los parques buscando el fresco. El más movidito es el Parque Zamora, y las calles del sur, cerca del mercado. En una terraza, nos pedimos la botana, que es como las tapas españolas en los sitios donde se incluyen en el precio de la cerveza, a la hora del almuerzo. Hoy toca un pincho de pollo con arroz. Luego llega un chavo con un cubo de camarones, que así llaman a los langostinos, y también caemos. Hasta el limpiabotas se apreta rápido su botana con una Corona. Circulan los cubos promocionales de seis botellas.
Este balcón es perfecto para observar vendedores, estos otros que graban tu nombre en las llaves de casa y marineros de blanco impoluto buscando chicas. Nieve de coco, nieve de coco, agua de frutas, horchata. Se despachan en bolsas con una pajita pinchada.
En el malecón los chavales se tiran al agua detrás de las monedas. Mucho calor. Paramos en el Gran Café de la Parroquia, con un porche bonito. Es caro pero corre el fresco. Tratan de leerme la mano, pero le digo a la señora que no estoy interesado en mi futuro. Es un local de fresas de provincia que hablan de Madrid y Querétaro. Toca la marimba La Tropical, con saxo y batería. Llaman al mesero tocando con la cuchara el vaso. Las chavitas que nos piden una canción.
Después de la siesta paseamos por el malecón, donde todo el mundo pasea cogiendo el fresquito de la brisa. Hay payasos y pompas de jabón, y esos chavos que gritan güero, güera, güero.en la esquina de los helados. En la Plaza de la Constitución bailan ricos sones de la Familia Rodríguez, que tocan y cantan con arpa y guitarras. En una terraza me bebo una Sol. Es domingo y la gente trata de divertirse. Ahora cantan y bailan La Bamba que parece ser que es un invento jarocho, veracruzano. Los mariachis van de negro y las marimbas de blanco. Este pueblo resulta bastante divertido.
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