Bombo es el nombre que recibe una construcción rural tradicional concebida especialmente para alojar en ella a pastores y labradores, junto con sus animales de labor y sus aperos de labranza. Están fabricados de forma natural con la piedra del lugar (lajas o lanchas), desenterrada por el arado y amontonada en las lindes. Su construcción requiere una esmerada técnica, ya que se realiza piedra sobre piedra sin ligar con ningún tipo de argamasa (técnica que en arquitectura de denomina de “piedra seca”). El techado o la cubierta se realiza en forma de falsa bóveda y su planta suele ser circular o elíptica. Su interior es amplio; tiene chimenea para el fuego, poyos o camastros con base de piedra para el descanso, las hornacinas a modo de alacenas, las estacas clavadas en las paredes o ganchos donde principalmente se colgaban los aperos al terminar las faenas y la zona de la cuadra para los animales, los cuales proporcionaban calor durante la noche. . Los bombos de labradores son más amplios, frente a los pastoriles, más modestos, sólo para uno o dos individuos.
Es un ejemplo típico de la arquitectura popular manchega, muy común en los alrededores de Tomelloso, Socuéllamos, Villarrobledo, El Provencio, Manzanares y Daimiel, en Ciudad Real, y que se reproduce fielmente en el Museo del Carro y Aperos de Labranza de esta localidad, construido por Pablo Moreno e inaugurado en 1970. Aunque la construcción en piedra seca está declarada como patrimonio inmaterial por la UNESCO, desaparece de manera silenciosa en La Mancha. Claro ejemplo de esta realidad es el Bombo de Moriana en Daimiel, bombo que ya es historia. Recientemente arrasado por el propietario de la finca tal y como se puede ver en las series de fotografías tomadas en 1990, 2014 y 2019. Además, esta pérdida se une a la reciente pérdida en Manzanares de otro Bombo en piedra seca de Pablo Moreno "El Cota". Esto pasa al no estar debidamente catalogados, protegidos o conservados, por lo que su destrucción sale gratuita al propietario. Algo muy común para el máximo aprovechamiento del terreno en el marco de la actual agricultura intensiva. La Disposición adicional tercera de la Ley 4/2013, de 16 de mayo, de Patrimonio Cultural de Castilla-La Mancha cita: Molinos de viento, silos, bombos, ventas y arquitectura negra. Los molinos de viento, silos, bombos, ventas, manifestaciones de la arquitectura negra y otros elementos etnográficos forman parte del Patrimonio Cultural de Castilla-La Mancha.
En La Mancha, donde abundaba el matorral y los bosques de encinas de abundantes y dulces bellotas, era apropiado para el desarrollo humano del hombre prehistórico y sobre todo en la Edad del Bronce. Pero también tendría utilidad para los pastores medievales y para la trashumancia, quizá la presencia de corralizas y pozos en alguno de ellos justifique ese uso medieval de la citada construcción e indudablemente para el agricultor, hasta épocas recientes y evolucionando con el tiempo y de acuerdo con sus nuevas necesidades y usos, el “bombo” ha formado parte del modo de vida de los hombres de la tierra.
En este sentido, el primitivo y rudimentario bombo, no desaparecería e incluso se incrementaría con el mayor aprovechamiento del terreno. No sería pues un invento de los siglos modernos, ligado al viñedo. Primero porque el excedente de vinos en Iberia ya está constatado en la época Romana y demostrada su presencia en la zona en épocas remotas. Cierto que como monocultivo es propio del siglo XIX. Por otro lado las plantaciones de viñedo se daban en zonas arenosas, fuera del término, de manera que ya en el siglo XVIII tenían los tomelloseros mas viñas fuera que dentro de él.
La construcción de este refugio, responde a la geografía y puede por ello mantenerse durante bastante tiempo. En nuestro paisaje no hay maderas para hacer las vigas, el agua no se encuentra cerca (si primero no se ha profundizado en la tierra en busca del agua de un pozo) y el transporte de la misma y de la teja encarecería la fabricación de la vivienda. Además, la primitiva vivienda en esta zona es en muchos casos de cubiertas de carrizo, atochares, retama, etc. En este sentido, el primitivo y rudimentario bombo, no desaparecería e incluso se incrementaría con el mayor aprovechamiento del terreno. No sería pues un invento de los siglos modernos, ligado al viñedo. Primero porque el excedente de vinos en Iberia ya está constatado en la época Romana y demostrada su presencia en la zona en épocas remotas. Cierto que como monocultivo es propio del siglo XIX. Por otro lado las plantaciones de viñedo se daban en zonas arenosas, fuera del término, de manera que ya en el siglo XVIII tenían los tomelloseros mas viñas fuera que dentro de él.
Lorenzo Sánchez López en Geografía incógnita: la casa rural de piedra seca en Tomelloso y sus interpretaciones.
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