Con 17 años llegó a Arequipa, la ciudad del sur más activa desde el punto de vista cultural, y entró a trabajar como aprendiz en el estudio del gran fotógrafo Max T. Vargas. Con él aprendió la técnica que desplegaría durante sus 50 años de producción: el manejo de la luz y la composición, la perfección del retrato, la dirección de escenas y grupos y las técnicas de revelado. En Arequipa también colaboró en el estudio de los hermanos Carlos y Miguel Vargas antes de iniciar su trayectoria en solitario, en Sicuani, donde vivió entre 1917 y 1920. Situada muy cerca del imponente nevado Ausangate, uno de los cerros sagrados, Sicuani representó para él la puerta de acceso al mundo andino y un acercamiento geográfico al lugar donde desarrollaría la mayor parte de su obra: Cuzco.
El estudio de Chambi se convirtió en epicentro de la actividad cultural de la ciudad. Por él pasaron miles de personas para ser retratados: políticos, hacendados, militares, comediantes, novias, poetas, músicos, mendigos, mujeres boxeadoras y hasta algún gigante. El mismo Chambi también posaba para Chambi: “Existen más de 1.000 autorretratos de mi abuelo. Caminaba por todos los rincones de la región, o se sentaba en su estudio solo, o con su familia, y se retrataba en todos esos lugares”. Enfrente del estudio estaba la casa en la que vivía junto a Manuela, su esposa, y sus seis hijos, y donde se reunía en las noches con historiadores, poetas, escritores y músicos.
Martín Chambi obtuvo reconocimiento en vida. Expuso en la capital, Lima, y también en ciudades de Bolivia, Chile y Argentina. Fue corresponsal para varios medios nacionales y extranjeros, comoNational Geographic, en cuyo segundo número, en 1938, publicó fotografías de Machu Picchu. Pero hasta 1977, con el trabajo de investigación y clasificación realizado por el fotógrafo Edward Ranney, y con la exposición que organizó en 1979 el MOMA de Nueva York, no superó todas las fronteras. “Llegué a Cuzco en 1964”, recuerda Ranney. “Entonces compraba las postales del fotógrafo en su estudio de la calle del Marqués, donde también trabajaba su hijo Víctor. Me impresionó la calidad de su ojo fotográfico”. Tanto, que junto a dos de los hijos de Chambi, Víctor y Julia, y con la ayuda de un grupo de cooperantes estadounidenses, catalogaron y positivaron más de 5.000 placas que después se exhibirían en diferentes lugares del mundo.
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