martes, 31 de julio de 2012
viaje a canadá en 1998
En 1998, hicimos un viaje a Canadá que yo tenía largamente soñado. Siempre he sido un amante de los trenes, hasta que se inventó el de alta velocidad, donde la gente va sentada como en un autobús cómodo. VIA, la compañía nacional de trenes, tenía un tren (el Trans Canadian West Pacific) que recorría el país desde Toronto hasta Vancouver, con literas y camarotes, vagones panorámicos, restaurante y sala de lectura. Era un tren precioso de diseño americano de los cincuenta, rehabilitado, de acero inoxidable ondulado y forma de tubo (puede verse en la ilustración de la izquierda sacada de un anuncio de la época). Algunos vagones tenían un segundo piso con una cúpula de cañón acristalada. Una nave espacial de aquellas películas de ficción de los cincuenta. Una maravilla.
El proyecto era ir a Toronto en avión, allí visitar el Lago Ontario y las Cataratas del Niágara, en la frontera con los USA. Coger el tren hasta Jasper, con las paradas reglamentarias, y allí pasar una semana visitando las Montañas Rocosas. Y otra vez en tren hasta Vancouver. Quince días. Cinco estados: Ontario, Manitoba, Saskatchewan, Alberta y British Columbia.
En ese momento, Ana y Beni tenían que volver a España. Yo me quedaría otros quince días recorriendo Vancouver e Isla Vancouver, cruzando el Estrecho de Georgia en barco.
Hubo que comprar los billetes con tiempo, pues el tramo de las Rocosas estaba muy solicitado. Fue un viaje caro, ya que el camarote del tren, para dos personas, nos costó 575.000 pesetas (y la litera 290.000).
El viaje empezó el 1 de Agosto. En estos días trataré de recuperarlo. He de avisar de que apenas si dibujé.
lunes, 30 de julio de 2012
cumpleaños
Tenerife 1932
Isabelle y sus amigas parisienses salvan el viaje. Ella nos servirá de gancho con Álvaro R, para el uso de su flota diesel. Llegamos a Tenerife y revelo rápidamente las fotos con ayuda de Buisson. El puerto está plagado de acorazados. Dimensiones desproporcionadas para esta ciudad, que desde hace poco comparte capitalidad. Mando todo en el primer barco a la península.
Esto es África. Mucho más calor que el esperado. Pelea de moros para cargar el equipaje. Con poco dinero se conseguirían grandes cosas.
domingo, 29 de julio de 2012
venus yódica
Terrible oficio el de ilustrador de láminas de medicina. Intentar la obra artística entre pústulas de acné por la ingestión desmesurada de yoduros alcalinos ayudándose de los clásicos. La belleza y la fealdad bombardeándose ahí dentro, en las trincheras cerebrales. El sexo del antisexo. El dolor de dibujar el dolor.
sábado, 28 de julio de 2012
chapas de álvaro
Álvaro me manda un paquete sorpresa con ese sonido metálico que tanto me gusta.
Muchas gracias.
Cervezas europeas: Peroni, de la cervecera Birra Peroni Industriale, de Roma. Moretti, de Heineken Italia. Messina, de la cervecera Birra Moretti (Heineken Italia). Ozujsko, líder de las cervezas croatas, de Zagreb, cervecera Zagrebacka Pivovara, dorada refrescante con aroma maltoso y sabor metálico con final a lúpulo, nada del otro mundo. Sarajevsko, cerveza suave, la más popular en las zonas bosnias de Bosnia-Herzegovina. Schöfferhofer, cerveza normalita alemana, con notas de trigo, plátano y olor a clavo. Moritz, con una M azul sobre amarillo, de la cervecera Moritz, Barcelona.
Cervezas americanas: Widmer Brothers Brewing, cerveza de Portland, Oregón. BL Golden Weat Beer, Bud ligera elaborada con cilantro y cáscara de cítricos muy suave, pocas calorías, sabor a cerveza aguada. Cerveza Brooklyn, con una B dorada sobre verde, de la cervecera Brooklyn Brewing Co. NY. Bucanero, para exportación y turismo, cervecera Bucanero (CBSA), de Cuba. Pacífico, refrescante cerveza dorada, líder del Grupo Modelo, de Mazatlán, Sinaloa, México. Presidente, cerveza rubia de origen dominicano (Cervecería Nacional Dominicana), ahora con capital mayoritario de Ambev Brasil. La Siciliana, con la trinàcria, cerveza artesanal argentina 100% malta, elaborada en Tres Arroyos, Buenos Aires.
Cervezas asiáticas: Kirin, del grupo Mitsubishi desde 1907, de Tokio, líder nipona durante muchos años, puesto cedido los últimos años a Asahi. Cobra, de Bangalore Mysore Breweries, cerveza india rubia clara de malta de cebada, perfecta para complementar el curry, la más conocida en Europa por ser la que se pone en los restaurantes indios, pues el último tramo de su elaboración se hace en Inglaterra, lager nada especial.
Aguas minerales: Kiseljak Sarajevski, agua con gas de Ljubace, Bosnia-Herzegovina. Gerolsteiner, agua con gas alemana de Gerolstein, en la región montañosa de Eifel, de 1998 a 2008 fue patrocinadora del equipo ciclista Gerolsteiner.
Otras bebidas: Chinotto Neri, en el centro de la foto, escrito Chin8, bebida con el gusto amargo y ácido de la China que llegó a Italia con los estadounidenses después de la IIª Guerra Mundial, de las plantas híbridas de la China de la Hacienda de Neri.
jueves, 26 de julio de 2012
de paso
Dibujo: estación de Panvel, India, en la noche, desde la ventanilla del tren.
miércoles, 25 de julio de 2012
sobre el dolor
De mis devaneos pictóricos con el dolor encuentro esta lámina del 92. Ahora que en la tele hablan de gestas olímpicas y sacrificios por la Patria, y un ministro curón y casposo apuesta por el dolor para alcanzar el cielo. No lo obtendrá, porque ese viejo olor a sotana, velo negro y mantilla sólo nos ha traído dolor.
Algo hermoso sobre el dolor del ilustrador Federico Pazos sobre un texto de William Elliott Whitmore aquí.
martes, 24 de julio de 2012
1932: en barco hacia canarias
Embarcamos con Albert y señora hacia Santa Cruz de Tenerife. Echaré de menos a Anne y su peligrosa frivolidad. La entrevista con CS nos construye el mapa de afectos a la lucha. SJ no está tan claro. Hablaremos con el pequeño. La desconfianza de CS no desvela nuestra ayuda. Sólo nos queda estudiar la postura de Balmes, que creemos contraria a pesar de su claro antimarxismo. Haremos un viaje tranquilo y nos quitaremos de en medio. Como turistas. Siguiendo el plan.
lunes, 23 de julio de 2012
un fin de semana, cinco años
Iba en la viajera. Tembleque tenía una plaza de toros de adobe que el tiempo iba desmoronando. En la estación de Daimiel había una pintada en azul que rezaba Arriba Franco. Lola y Pedro Pablo empezaban a salir, el primo Juan le pregunta ¿ahora, qué somos?. Miguel juega al golf en el jardín. Ángel monta en quad. En casa de Maru, sacan el vermouth. Pablo y Manolo llegan en bici desde Almagro. Mi madre viene de la peluquería. María está tan grande como su padre. Nos comemos una paella y nos quedamos dormidos con el soporífero Tour de France. Llega Concha de Almansa y nos despierta a todos. Vamos a Manzanares a ver autocaravanas. Pablo se duerme en el coche. La casa se va deteriorando. Barro el patio y desayunamos en el Tito. Comemos con mi madre. La Pili no para de chaspar. Descanso un momento en el jardín, soy capaz de vernos desde arriba. Mi madre se acuesta muerta de dolores. La luz lateral de la tarde ciega al conductor del tren. Los turistas franceses alucinan con que no haya empleados, ni billetes, ni casi estación.
domingo, 22 de julio de 2012
viaje productivo
Chapas recogidas en el camino. |
Regalo de Mariano y Sol: chapas de cervezas boliviana y turcas y, a la derecha, aguas minerales turcas. |
Cervezas tostadas francesas a las que nos invitó Víctor. |
Regalo de Enrique. La tónica fever tree tiene desplazada la ilustración. La chapa de cerveza Perlenbacher es alemana. |
sábado, 21 de julio de 2012
viernes, 20 de julio de 2012
camino de santiago: vuelta a casa
Paseo por encima de los acantilados, un bonito paisaje de hierba y rocas blanquecinas y agrietadas. Desde varios puntos veo la Playa de Usgo. Atravesando alambradas llego hasta los caballos y luego la carretera hasta los últimos meandros del Pas, Pueblo del Sol y la playa. Voy al bar del pueblo y me bebo una cerveza con queso. Sol pica las verduras y luego Mariano hace una sopa de papa rallada riquísima y los famosos filetes que querían quedarse en el curro. Recojo mis cosas y Mariano me lleva a la estación. En el camino hablamos despacio como si fuéramos otros y pudieran hacerse puentes en el abismo. Me duermo con el traqueteo en medio de la niebla y despierto sobre rastrojos amarillos y álamos verticales señalizando ríos y arroyos. Cuando salgo, alguien dejó la calefacción muy fuerte o nos están horneando.
Llego sudando a casa. Están los amigos bebiendo refresquitos delante del ventilador. Luego viene Marisa a contarnos la historia de aquel niño de siete años que todos los días doblaba su albornoz antes de bañarse en el hotel. Hablamos y hablamos, y el sueño se hace conmigo.
Llego sudando a casa. Están los amigos bebiendo refresquitos delante del ventilador. Luego viene Marisa a contarnos la historia de aquel niño de siete años que todos los días doblaba su albornoz antes de bañarse en el hotel. Hablamos y hablamos, y el sueño se hace conmigo.
jueves, 19 de julio de 2012
camino de santiago: la playa y el valle del pas
Amanece un día soleado de los que por aquí hay pocos. Cojo la bici de Mariano, me acerco a la Playa de los Caballos y me baño sin bañador para no escocerme con la bici. Subir otra vez cargado, dibujar desde arriba los puntitos que se mueven como hormigas y tumbarme en la hierba con un cigarro. Hay muchos bañistas, pero nada que ver con el Mediterráneo. Algunos se tuestan en el prado que hay delante de las canteras. Me cuesta la cuesta. Pero un rico sargo de la costa de Cantabria me espera y de Mariano y Sol la conversa con un rueda.
Por la tarde me llevan al Valle del Pas interior, la vega donde viven los desconfiados pasiegos que cuidan los pastos casi más que los ganados, que los montes parecen maqueta de moqueta forrada. Con los años han esquilmado el bosque y apenas si hay robles y avellanos en las lindes y cantan las cabañas de piedra pues son como nómadas de corto recorrido para cambiar de pastos.
En dirección al Puerto de las Estacas, los pájaros se levantan porque Sol y Mariano los oyen y los ven sin prismáticos y hablan de ellos como viejos amigos. Allí está la estación de La Engaña y la línea del tren inconclusa y sin vías Santander-Mediterráneo con una serie de túneles que los presos republicanos, por los años cuarenta, abrieron como esclavos. Se llegó hasta la provincia de Burgos, pero nunca se llegó a Santander. La estación aún se mantiene, aunque saqueada y tomada por la flora, y los percherones recorren las estancias haciendo sonar el mosaico hidráulico. Es ahora su territorio.
Se agradece el fresco dentro de los túneles, que también buscan los caballos perfilados en negro, en el redondel luminoso del final. Se respira la humedad, el agua y también las bandadas de mosquitos.
En Vega de Pas una simpática señora llena de explicaciones nos pone unas cervezas con tapa a euro. Luego vamos a Bárcenas de Toranzo a ver a los ceramistas Toñi y Víctor y su magnífica casa-taller de piedra, llena de platos, fuentes, botijos y demás artilurgios cerámicos del valle que recogen y reproducen. Nos enseñan las novedades: el gallinero de madera, la máquina amasadora de barro y la hucha-cochinito-cerdo capitalista de ojos saltones, con sombrero de copa, lazo y puro. Nos sacan unas cervezas tostadas y longaniza de su matanza con un pan riquísimo que hace Toñi. Nos cuentan muchas cosas y muchas de ellas en el extraño lenguaje de los pasiegos, que Víctor controla. Se vuelve a hacer tarde, que parece que los días son cortos para tanto conversar o el trabajo por la mañana va sobrando.
martes, 17 de julio de 2012
camino de santiago: de santander a miengo
A partir de las seis y media ya hay movimiento en el albergue. Me ducho antes del caos. Desayuno con churros en el Picos de Europa y sigo mi camino subiendo San Francisco. Mi sombrero ha desaparecido. En el cementerio de Bezana miro esas calaveras con la tibias cruzadas y el reloj de arena con alas. Tempus fugit. Voy paralelo a la linea de tren de vía estrecha. Pasan cercanías y también vagones llenos de carbón. En Boo, unos falsos peregrinos esperan el tren. Ya hacia Arce, bosques de eucaliptos, casas diseminadas y al fondo las sierra de los Picos de Europa. Bajo por la orilla del Pas, a la sombra, atravesando la autovía por abajo. Barcas. Alisos, fresnos y grandes álamos con hojas como corazones de vaca.
En Puente Arce almuerzo con los peregrinos valencianos Vicente y Santiago que se quejan de que todo es caro. ¿A ti qué te cobraron? Vicente tiene mucho acento y me cuesta. Su sueño es un escudo donde ponga Mondeu, su mote. Si vas a mi pueblo y preguntas por Vicente, nadie sabrá; has de preguntar por Mondeu. Los paisanos hablan de las últimas mujeres del club.
- Guapa pero muy gorda.
- No, esa se fue de vacaciones, la brasileña que te digo es alta y desgarbada.
Atravieso el Pas por el Puente Viejo, del siglo XVII, me tumbo en la hierba a la sombra de una alameda y lo dibujo con un Chéster en la boca. Esto es Oruña en fiestas del Carmen. Cohetes, chiquillada, chiringuitos, barbacoas y la Ronda de Tanos con sus estacas labradas en espiguilla, pantalón y chaleco negros, camisa blanca y fajín rojo, cantando a capella canciones montañesas recogidas por Pepín del Río. Te escribí una carta mi amor, cuando la carta llegó ¡ay! de ti ya no me acordaba. Que con la luna madre, que con la luna iré. Un matrimonio me deja un hueco en su mesa para dibujar, y una gorda cae con la bandeja de tortilla y gambas mientras se mete con una voz. La ronda se para y la levanta. Mientras saca unas gambas de la raja de entre sus desmesuradas tetas, se arrepiente. La virgen me castigó por meterme con el del huevo, dice.
Me voy por el parque para Mogro. Allí cortan la carne y alguien aventura un rediós que otro.
Mariano y Sol llegan con el coche y vamos a su casa, que es como un barco en el prado queriendo salir al mar. Mariano fabrica algo rico de lo que queda en los rincones de la nevera y lo regamos con un Rivera. Llegan de Turquía. Sol inunda acariciando como el sol, como el orujo que saca de su tierra. Mariano cuece ahí dentro y abre la puerta allí y luego aquí, para que las historias no pierdan realismo. Yo disfruto de su compañía.
Vemos la Playa de los Caballos y su Torrelavega, en el siguiente valle, bajo la mirada de la Sierra de Peñasagra y los dientes afilados de los Picos. El Ave Turuta como un museo. Y luego rabas, croquetas y morcillas con más vino, mientras me cuentan al fresquito de julio.
En Puente Arce almuerzo con los peregrinos valencianos Vicente y Santiago que se quejan de que todo es caro. ¿A ti qué te cobraron? Vicente tiene mucho acento y me cuesta. Su sueño es un escudo donde ponga Mondeu, su mote. Si vas a mi pueblo y preguntas por Vicente, nadie sabrá; has de preguntar por Mondeu. Los paisanos hablan de las últimas mujeres del club.
- Guapa pero muy gorda.
- No, esa se fue de vacaciones, la brasileña que te digo es alta y desgarbada.
Atravieso el Pas por el Puente Viejo, del siglo XVII, me tumbo en la hierba a la sombra de una alameda y lo dibujo con un Chéster en la boca. Esto es Oruña en fiestas del Carmen. Cohetes, chiquillada, chiringuitos, barbacoas y la Ronda de Tanos con sus estacas labradas en espiguilla, pantalón y chaleco negros, camisa blanca y fajín rojo, cantando a capella canciones montañesas recogidas por Pepín del Río. Te escribí una carta mi amor, cuando la carta llegó ¡ay! de ti ya no me acordaba. Que con la luna madre, que con la luna iré. Un matrimonio me deja un hueco en su mesa para dibujar, y una gorda cae con la bandeja de tortilla y gambas mientras se mete con una voz. La ronda se para y la levanta. Mientras saca unas gambas de la raja de entre sus desmesuradas tetas, se arrepiente. La virgen me castigó por meterme con el del huevo, dice.
Me voy por el parque para Mogro. Allí cortan la carne y alguien aventura un rediós que otro.
Mariano y Sol llegan con el coche y vamos a su casa, que es como un barco en el prado queriendo salir al mar. Mariano fabrica algo rico de lo que queda en los rincones de la nevera y lo regamos con un Rivera. Llegan de Turquía. Sol inunda acariciando como el sol, como el orujo que saca de su tierra. Mariano cuece ahí dentro y abre la puerta allí y luego aquí, para que las historias no pierdan realismo. Yo disfruto de su compañía.
Vemos la Playa de los Caballos y su Torrelavega, en el siguiente valle, bajo la mirada de la Sierra de Peñasagra y los dientes afilados de los Picos. El Ave Turuta como un museo. Y luego rabas, croquetas y morcillas con más vino, mientras me cuentan al fresquito de julio.
lunes, 16 de julio de 2012
camino de santiago: santander
No quiero extenderme. Alguien parece que vio un esbozo de sonrisa en la ursulina recepcionista y logramos, en esa pequeña grieta, colocar los macutos. Y entonces apareció Santander. Sólo diré lo que me ha gustado de aquí: Los troncos gordos de los tarayes. Que Menéndez Pelayo duerma eternamente con dos gruesos libros de almohada y los capiteles de jorobados y bichos raros con cabezas humanas, también en la catedral. La Valdepeñera en San Luis y su simpática camarera que me trae una bandeja de tapas a escoger. Su suelo de mosaico rojo. La comida de menú de La Montaña. El local del café bar El Sol y también las casas de la calle del Sol (y aquellos azulejos con la efigie de Cleopatra). Los peces de piedra del mercado municipal de Puerto Chico. Las puertas correderas de madera de cocheras antiguas y talleres. Las casas de madera de la calle Barcelona. Los churros de Los Picos de Europa y esas maderas cruzadas en su fachada. El bar Canela y la dulzura de Corinne, que además me regala un refresco. Los bulevares a la portuguesa. Los letreros de metacrilato de los años setenta. Los coros de hombres cantando si tu me dices ven. Esas maderas desgastadas que enseñan su ropa interior. Las palmeras en solares deshabitados. El cine Los Ángeles. Y aquella niña que jugaba saltando baldosas mientras los marineritos presumían de consolas, de todoterrenos, de barco, de moreno y de ropa cursi y ñoña.
domingo, 15 de julio de 2012
camino de santiago: de güemes a santander
Hoy, premio al mejor desayuno. La señora se ha pasado. Nos ponemos gordos y el camino se hace más pesado. Menos mal que hoy no hay dificultad y son menos kilómetros. Cambiamos el recorrido para no ir toda la mañana por carretera. En Galizano (4,5 kms., más pintadas de caja mestafa) giramos hacia la playa de Langre y cogemos un sendero de hierba sobre los acantilados. Brisa fresca, camino mullido e impresionantes vistas. Acierto pleno. Una extraña y agradable sensación atravesando el campo de helechos y el paso por la bonita cala de la playa de Los Tranquilos. Acabamos en la playa de Somo, que recorro descalzo. Toni tiene dos ampollas en los pies, y anda como el Chiquito. En el embarcadero de El Puntal almorzamos unos pinchos de jamón con pimientos y chorizo que nos pone Marta, en el quiosco La Mar Salada.
Cogemos la barcaza a Santander (2,5 euros). Nos sentamos delante, pero el agua nos moja y nos metemos. Alguien señala la enorme casa de Ballesteros y, enfrente, la de su suegro. Paramos en Pedreña y después en Santander. Ellos se quedan a comer, yo no tengo hambre con tanto desayuno, los pinchos y un helado que me he zampado. Me voy a Estudios Zarauz, de cutres apartamentos y recepcionista ursulina.
Mientras los chicos duermen, doy un paseo por Santander, de la que tengo una idea prejuiciosa de pijota, de mucho paseo para ver y ser visto. En el Café La Viña muchos abuelos de punta en blanco. Dibujo el edificio de los bomberos, mientras un señor con casco y sin ganas de volver a casa me cuenta historias de la villa. Me meto por San Luis, donde quedan algunos fósiles como el Bar Valdepeñera, que abre en diez minutos. Un señor completamente rojo y a punto de volcar, espera impaciente. La rancia biblioteca Menéndez Pelayo, el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo con las paredes abarrotadas de fotos y cuadros. El habanero Adrian Melis trata de hacer productivo el sistema improductivo rescatando los sueños de los que se duermen trabajando: Tenía un hija con mi jefa, ella me dice que tengo que mantenerla o nos echarán a los dos. Siempre me quedo dormido en el tractor. Las computadoras caminaban. Compré un vestido nuevo que me envolvían en una caja de cartón.
Quedo en El Sardinero. Familias apañadas con los niños vestidos de marineros. Zapatillas náuticas. Disfraces de bodas. Esto no parece muy recomendable y vamos al tramo del Ayuntamiento. Por allí cenamos a base de raciones. Las setas, lo mejor. Un mojito mientras se hace resumen. Ellos vuelven mañana. Volvemos paseando mientras se recogen los bares. Con los pies llenos de ampollas, Toni sigue haciendo bromas acercándose despacio y felizmente al final.
sábado, 14 de julio de 2012
camino de santiago: de laredo a güemes
Tengo algunas dificultades con Internet, lo que me retrasa en el desayuno, y me quedo solo. Tengo que apretar bastante en el paseo marítimo, al soletón, para por fin pillarlos en el Puntal de Laredo, en el embarcadero de la barcaza para Santoña. Un jubilado charlatán los tiene entretenidos. Cruzamos Santoña por sus plazas céntricas y luego la prisión de El Dueso. En la puerta, una placa homenajea a los presos que malvivieron aquí en los últimos cien años (1907-2007). Subimos después un camino de cabras que ha puesto el jefe para marearos entre las playas de Berria y Trengandín, en la Bahía de Vizcaya. Valde se da una costalada, pero las matas lo amortiguan y no pasa nada. La playa es larguísima, la gente se dedica a pasear en la zona húmeda de la arena. Es en la última parte donde florecen las sombrillas.
En Noja almorzamos unas rabas y anchoas con pimientos, con mucha cerveza. Me quedo dibujando la playa mientras Don Eucalipto se baña. Los demás parten. Desde aquí abandonamos la costa. Caminamos hacia el interior saltando de un hermoso valle a otro mejor. Sobre demasiado asfalto. Parada en la Iglesia de San Pedro en Castillo Siete Villas, de Artuero, una iglesia tosca con contrafuertes, torre con escalera de caracol y un pequeño atrio en la entrada. Al lado, una acacia gigante, un cementerio pequeño y una impresionante encina.
Llegamos a San Miguel de Meruelo (19 kms.) y atravesamos el río Campiazo por el bonito puente de Solorga , en el valle de Meruelo, a la sombra de grandes alisos. Subimos la última cuesta, antes de bajar a valle de Güemes, otro verde valle de oscuros de eucaliptos y pinos, comidos por prados más amarillentos y reflectantes, agunos paños azules de jóvenes eucaliptos y casas de piedra y blancas con los tejados rojos. Puntitos de color de las hortensias, buganvillas y el amarillo de las flores del castaño. Comemos malamente en el camping Los Molinos y, cuando ya los niños del camping se hacen insoportables, bajamos a Güemes (27,5 kms.) bajo una manta de agua súbita como galerna.
Llegamos empapados a la Posada del Ángel, una bonita casa rural como recién hecha, sin vida. La señora nos mete la ropa en la lavadora, mientras bebemos y cenamos sopa, filete y sandía en La Terraza. Todos los vecinos están empeñados en vendernos el famoso albergue del padre Peuto La cabaña del abuelo Peuto, con sesenta plazas,habitaciones, seis inhodoros, seis duchas y cena y desayuno por la voluntad. Pensamos que porque el páter ha hecho creer que el pueblo heredará su mansión. Nosotros nos quedamos aquí, haciendo chirriar las maderas, recogiendo nuestra ropa ya seca y durmiendo en camas matrimoniales, como nuevas parejas.
viernes, 13 de julio de 2012
camino de santiago: de castro urdiales a laredo
Salimos por la plaza de toros y el albergue, que es una pequeña casita entre el césped donde una atrasada peregrina recoge la ropa de las cuerdas. Subimos hasta los acantilados de la costa en un paseo bonito. Una barca pesca rodeada de gaviotas. Arbolado con Calixto, muy agradable sin asfalto, a la sombra de laureles nogales y encinas. Vemos el albergue de Islares y le pisamos lo fregao, cachis! Llegamos a la playa y nos metemos al interior rodeando la ría, que luego será el río Agüera. En Guriezo sigo con Calixto (Don Eucalipto, como le llamaba algún alumno) y me pierdo la separación del grupo, de seguro que emotiva conociendo a Toni en su papel de desvalido.En el barrio de Rioseco paramos en el bar. Una chica simpática nos pone tortilla, banderillas y cervezas. Luego llegan los demás.
Subimos la Magdalena con el grupo de vascos, que van sin mochilas. Afortunadamente es camino de tierra, pero con una pendiente jodida jodida. Esto no acaba nunca y el bosque de eucaliptos es tan claro (los eucaliptos tan jóvenes) que nos da el soletón. Yo subo con una vasca que, ya arriba, espera a sus compas.
La bajada es un valle, el de Liendo, precioso. Encajonado y con muchos verdes. Bajo entre castaños en flor, encinas, robles y nogales, al ritmo de los cencerros y un lejano relincho, sobre un camino pedregoso incómodo. La bajada es tan fuerte que machacamos rodillas. Atravesamos la autovía por debajo y entramos en un bonito paseo de avellanos que acaba en una casa donde un señor labra un arcón de madera. Esto es Liendo, lo más difícil ya ha pasado, me dice. Espero a los chicos en el Villamar, el único bar que veo y que lleva un camaraca sin espíritu. Cae un bocata de sardinas con tomate y una cuña de queso en aceite forrado de jamón.
Otro alto y otro más de remate que nos sube al mirador donde está esa espantosa torre de uralita de Laredo (desde arriba vemos su enorme playa y un montón de puntitos que se mueven). Carlos mataría al que pone las flechas. Entramos a la muy noble y leal villa por el antiguo Hospital, el convento de los franciscanos y la casa palacio de Zarauz. Por fin, el hostal Rosi, regular y menos. Abastos y Toni se están bañando, y Valde se ha disfrazado de guiri. Nosotros, frente a la playa, en el Bahía, nos bebemos los más ricos refresquitos del mundo.
Paseo. El rebonito mercado de 1903 con cabezas de animales y mariscos en los azulejos, casas nobiliarias con escudos a cual más grande y el ambiente de bares en la Rúa Mayor. La iglesia del siglo XV, las puertas, el trazado de la ciudadela del siglo VIII.
Cenamos unos buenos callos con garbanzos a bozal quitao y nos da para un segundo de peces no demasiado agraciados. Más refresquitos, yo paso ésta. Cuando apoyamos la oreja, nos quedamos fritos.
jueves, 12 de julio de 2012
camino de santiago: de el haya a castro urdiales
Amanece nublado amenazante. Retomamos el camino. Pasamos por debajo de la autovía que destroza el paisaje con un puente de hormigón que sobrevuela el campo de fútbol de Ontón. Última vista al mar. A la entrada del pueblo, una desvencijada casa-palacio con unas hermosas escaleras intactas. Seguimos por asfalto a Baltezana y empezamos a subir el Alto de Helguera, cuyas rampas más difíciles se hacen por un camino muy destrozado, bajo eucaliptos, hayas y robles. La bajada se hace nuevamente sobre asfalto. Nos metemos en la vía verde de Traslaviña, de la que queda aún la estación de Otañes. No entiendo por qué la han asfaltado. Cruzamos cortados y prados como un lento tren, prados con ovejas de lana tan larga que no se les ven las patas, un puente a la altura de las copas de los fresnos del río y, finalmente llegamos a Santullán con un fondo de grandes rocas de la Peña de la Cruz. Un vizcaíno me cuenta que la peña de Santullán es la última, la que está más a la derecha, la de la cantera. Le acaban de ampliar la concesión de explotación otros veinte años, no va a quedar nada. Si ves sólo han respetado la cumbre porque es un punto geodésico. Los ingleses se llevan de aquí los áridos para no destrozar sus paisajes. Ya en Santullán, se ve como la pirámide escalonada de Saqqara, pero a lo bestia.
Frente a la iglesia de Santullán, en el centro social, me tomo unas cervezas con tortilla y pinto esa extraña torre del reloj. Me fumo un cigarro esperando a los chicos, pero por aquí no viene nadie, que llegan cuando ya voy de camino. La entrada a Castro es horrenda con ese montón de casas iguales y feas que tanto se hacen ahora. Destaca una última resistente, con balcones de esos de antes, la fachada blanca y un jardín muy artesano.
Sigo las flechas hasta la playa. Allí, me fumo un cigarro mirando a los valientes del agua y espero a los demás. Hecho el grupo, caen unas judías pintas y unos lirios (peces) rebozados y regados en sidra. Después, una siesta y un paseo por el pueblo. Bonitas casas burguesas en el paseo marítimo: los chalets de los San Martín y los Echea, los edificios de tejados de aguja y la casa de los Chelines. Y también la vergüenza de El Coño, fruto de la corruptela de un alcalde que echó cemento sobre la Arqueología. Santa María de la Asunción parece que caerá, llena de pegoletes. El Castillo del s.XIII con un faro del XIX. El único puente medieval que queda (esa misma burguesía que se forró con la minería y adecentó la ciudad, estaba dispuesta a llevarse todo por delante para sacar su mineral). El peñón de Santa Ana, salvo por la lucha de las mujeres.
Paseo con Calixto por el muelle. Nos cenamos unas ricas sardinas con txacolí al borde del agua y luego nos bebemos unos refresquitos en La Concordia, frente al hueco que dejó el desaparecido Teatro de la Villa, una plaza fija en las tournés por el norte de todo artista que se preciase, primero Bilbao y luego Castro Urdiales, nos dice la guía del peñón.