jueves, 19 de julio de 2012
camino de santiago: la playa y el valle del pas
Amanece un día soleado de los que por aquí hay pocos. Cojo la bici de Mariano, me acerco a la Playa de los Caballos y me baño sin bañador para no escocerme con la bici. Subir otra vez cargado, dibujar desde arriba los puntitos que se mueven como hormigas y tumbarme en la hierba con un cigarro. Hay muchos bañistas, pero nada que ver con el Mediterráneo. Algunos se tuestan en el prado que hay delante de las canteras. Me cuesta la cuesta. Pero un rico sargo de la costa de Cantabria me espera y de Mariano y Sol la conversa con un rueda.
Por la tarde me llevan al Valle del Pas interior, la vega donde viven los desconfiados pasiegos que cuidan los pastos casi más que los ganados, que los montes parecen maqueta de moqueta forrada. Con los años han esquilmado el bosque y apenas si hay robles y avellanos en las lindes y cantan las cabañas de piedra pues son como nómadas de corto recorrido para cambiar de pastos.
En dirección al Puerto de las Estacas, los pájaros se levantan porque Sol y Mariano los oyen y los ven sin prismáticos y hablan de ellos como viejos amigos. Allí está la estación de La Engaña y la línea del tren inconclusa y sin vías Santander-Mediterráneo con una serie de túneles que los presos republicanos, por los años cuarenta, abrieron como esclavos. Se llegó hasta la provincia de Burgos, pero nunca se llegó a Santander. La estación aún se mantiene, aunque saqueada y tomada por la flora, y los percherones recorren las estancias haciendo sonar el mosaico hidráulico. Es ahora su territorio.
Se agradece el fresco dentro de los túneles, que también buscan los caballos perfilados en negro, en el redondel luminoso del final. Se respira la humedad, el agua y también las bandadas de mosquitos.
En Vega de Pas una simpática señora llena de explicaciones nos pone unas cervezas con tapa a euro. Luego vamos a Bárcenas de Toranzo a ver a los ceramistas Toñi y Víctor y su magnífica casa-taller de piedra, llena de platos, fuentes, botijos y demás artilurgios cerámicos del valle que recogen y reproducen. Nos enseñan las novedades: el gallinero de madera, la máquina amasadora de barro y la hucha-cochinito-cerdo capitalista de ojos saltones, con sombrero de copa, lazo y puro. Nos sacan unas cervezas tostadas y longaniza de su matanza con un pan riquísimo que hace Toñi. Nos cuentan muchas cosas y muchas de ellas en el extraño lenguaje de los pasiegos, que Víctor controla. Se vuelve a hacer tarde, que parece que los días son cortos para tanto conversar o el trabajo por la mañana va sobrando.
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