El juego ofrece al niño una actividad en la que puede aprender las posibilidades de mutabilidad ontológica necesarias para todo comportamiento mimético. Así, la conducta lúdica puede ser tanto la consecuencia como el precursor de otras conductas más graves, entre ellas, la estética y la ritual, con quienes también comparte su capacidad de manejo del estrés. Estas capacidades y emociones seguramente estaban presentes en nuestros antepasados. Somos exactamente de la misma especie, aunque culturalmente hemos evolucionado mucho en los últimos milenios. Desde este punto de vista, podemos definir los objetos parecidos a búhos como el producto de una simulación lúdica de la realidad, siendo objetos metafóricos que imitan y exageran un fenómeno específicamente convocado, que puede tener que ver con encuentros frecuentes con búhos reales, criaturas de la noche con rasgos antropomórficos salientes. En su rol social, estos objetos debían comportarse como pacientes activos respecto de la agencia ejercida por otro, es decir, eran tratados por sus poseedores como un "alter ego y otro social", tal como lo proponía Gell.
Posible uso de los agujeros en las placas y buho chico. |
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