Una de las grandes mentiras de la historia son los huesos de Santiago el de Zebedeo, el santo patrón de España, que sirvieron de bandera para unir a los cristianos contra el moro y levantar esta hermosa catedral que dibujo sentado en la terraza de
El Santiagués, en la Plaza de Quintana, después de recorrer su interior vacío y donde algún peregrino despistado da un coscorrón al santo que resulta no serlo -pues parece ser el maestro Mateo- y abraza al otro por la espalda. Los escolares juguetean frente a la tumba de Dios sabe quién y los jubilados se cabrean porque el magnífico Pórtico de la Gloria, que pierde color y gloria poco a poco, está vallado.
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