Si alguien mantiene el espíritu clásico de las tabernas en Ciudad Real, es Paco, el del bar
Dallas, y no el
Cripta y Villa, la única taberna verdad que nos queda del pasado, donde solo domina el silencio y el frío. Solo él consigue el plácido ambiente de taberna donde mantener conversaciones u oírlas en las horas muertas del día. Uno echa en faltas estos lugares, como fuera el
Montes en Lavapiés, donde gastar el tiempo sin remordimientos con buen vino y jugosas charlas.
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