Queda un poso de desilusión, pero es que esto sigue pasando. Los pueblos siguen mermando, han quitado las escuelas, han quitado las vacas, lo han quitado todo. Desde arriba no se ha ayudado nada, y desde abajo… pues tampoco. Aquí, en los pequeños pueblos de Soria, nunca ha habido conciencia social, de grupo, ni sentido comunitario, ni solidaridad, o no la he visto yo brillar en nuestra Soria cochina, que era el juramento de mi abuelo Natalio cuando estaba cabreado, "¡Mecagüen mi Soria cochina!"
domingo, 28 de agosto de 2016
soria abandonada
Fue a principios del verano, a finales de los años cincuenta, aquella tormenta de piedras duró unos siete minutos y caían así, como nueces. Dejó toda la parte de arriba del pueblo arrasada. Para mí que aquello fue un poco el detonante, la gente del pueblo ya se lo empezó a pensar… con la cosecha destrozada, ya sabes… Y luego llegó la repoblación forestal de pinos, lo que acabó por echar a muchos del pueblo. Al poner los pinos acabaron con las dehesas, con los robles, que era lo que más abundaba allí, y sobre todo con los pastos de animales y un poco con la razón de ser de Sarnago. La gente se fue a Logroño, a Tudela, a Pamplona, a muchas partes buscándose la vida. Al final quedó solo un pobre hombre, Aurelio, último vecino y alcalde, que acabó muriendo alcoholizado y al que ni siquiera enterraron.
Queda un poso de desilusión, pero es que esto sigue pasando. Los pueblos siguen mermando, han quitado las escuelas, han quitado las vacas, lo han quitado todo. Desde arriba no se ha ayudado nada, y desde abajo… pues tampoco. Aquí, en los pequeños pueblos de Soria, nunca ha habido conciencia social, de grupo, ni sentido comunitario, ni solidaridad, o no la he visto yo brillar en nuestra Soria cochina, que era el juramento de mi abuelo Natalio cuando estaba cabreado, "¡Mecagüen mi Soria cochina!"
Queda un poso de desilusión, pero es que esto sigue pasando. Los pueblos siguen mermando, han quitado las escuelas, han quitado las vacas, lo han quitado todo. Desde arriba no se ha ayudado nada, y desde abajo… pues tampoco. Aquí, en los pequeños pueblos de Soria, nunca ha habido conciencia social, de grupo, ni sentido comunitario, ni solidaridad, o no la he visto yo brillar en nuestra Soria cochina, que era el juramento de mi abuelo Natalio cuando estaba cabreado, "¡Mecagüen mi Soria cochina!"
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