Alcácer do Sal pereciera una ciudad marítima con su paseo fluvial y todas las casas mirando al agua. En la hora de la comida la gente saca unas parrillas sobre un recipiente de hierro, como una diminuta barbacoa, y se hace su pescado y sus chorizos. En la paralela del paseo fluvial, entre el Museo Municipal y la Iglesia de Santiago. Esta iglesia forrada de azulejos con escenas de la Virgen, su hijo y el santo, se construyó en honor a Santiago, pues el castillo fue liberado de los árabes por la Orden de Santiago, cuyos monjes guerreros aparecen en el altar sobre unas nubes, visitando a la Santísima Trinidad. Me gusta el efecto de los azulejos mal colocados. Los curiosos motocarros y camioncillos van cargados de productos del campo.
El castillo está en un monte en la parte trasera del pueblo, es ahora una pousada. Allí, una señora que está fregando nos muestra las ruinas romanas y árabes, el aljibe del convento y el proyecto de museo mal iluminado con los huecos de hormigón donde irán las piezas encontradas en las excavaciones.
Nos recomiendan O Brazâo para comer, una sopa de peixe, que resulta ser un estofado de patatas en una cazuela para cinco, y cabrito a la parrilla con unas migas. El sitio es feo y con gente de negocios, pero la comida está muy rica y no es caro.
De Setúbal merece la pena el centro, ya que el resto está lleno de pisos. La Iglesia de Jesús con sus columnas retorcidas y mármol por doquier. Pequeñas calles peatonales con tiendas donde da gusto pasear. De Palmela O Castelo y los barrios anexos con las calles empedradas. Están retirando los trastos de la Fiesta de la Vendimia. Vamos hacia Sesimbra pasando por Quinta de Anjó, Vila Fresca y Vila Nogueira de Azeitâo, todo lleno de bodegas. Bordeamos la Sierra de Rábida hasta Santana, desde donde ya se ve el enorme castillo de Sesimbra. Éste es un pueblo grande escondido en una ensenada con playa y puerto donde miran las casas y demasiados bloques de pisos. Alucinante Cabo Espichel. Dos filas de casas con soportales abandonadas formando una sola calle, desde santa María do Cabo hasta una capilla con una fuente en su interior, donde encontramos unos fósiles de caracolas.
Empieza a anochecer y se circula fatal. Volvemos a Alcácer y Sines. Y luego Porto Covo, donde nos hacemos unas godornas a la plancha. Y más tarde nos dormimos.
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