Cuentan que este ruso pasó de ser entomólogo a animador cuando, tratando de filmar, por encargo y sin éxito, el rito nupcial del escarabajo, se le ocurrió eso del stop motion y le entró el gusanillo. De allí también salió el guión de este fabuloso corto de animación, La Venganza del Cámara, de 1915.
Llegó a convertirse en el director de cine favorito de Nicolás II, por lo que tuvo que exiliarse a Francia al estallar la Revolución. Allí se hizo famoso con sus muñecos de trapo vivientes.
No había visto nada parecido desde mi visita al Circo de Pulgas Cardoso, en Vancouver.
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