El cielo aparece nublado. Mi nariz atascada me ha dado la lata esta noche. Sinfonía de pájaros. Cerveza en el Mirador de Cala Galdana. Beni pone los panchitos sobre la mesa y se llena de pájaros sin vergüenza. Gorriones con una franja vertical en el cuello, que se degrada en el buche. En 1968, aquí no había ni un solo edificio. Llama Joan, quedamos en el Loar para pasear por el barranco.
Nos ponemos a hacer dedo. Nos coge el cocinero de un hotel con su furgoneta. Tiene una hermana en Almagro, casada con un guardia civil de Albacete que se llama Marcos, que viven en el cuartel. Tenéis que conocerlo, dice.
Joan ya está en el Loar, viendo como juegan al dominó. Nos lleva a su casa a ver fotos. Son hermosas las de su padre de agricultor. Juanita y María de pequeñas. Los disfraces de Carnaval. Casi todas de juergas, divirtiéndose con las guiris. Nos cuenta que María trabaja en Sant Lluis, con los hijos de la gerente, e hija del dueño, de Zapatos Mascaró, y no vuelve hasta las ocho de la noche. Llega Juanita, es espontánea, simpática, muy llevadera. Me dice que no necesitará el coche, que se lo devuelva el lunes. No vendrá el domingo a Maó a ver la isla. Se va de juerga el sábado por la noche y el domingo no hay quien la haga madrugar, dice Joan. Le digo que en Septiembre vendrán Toña y Enrique. En cuanto os vayáis os echará de menos, dice Juanita, le gusta presumir de amigos de Madrid. Nosotros también nos acordaremos.
Nos deja la llave del coche avisándonos de que no tiene dirección asistida. Todo el camino voy estornudando, echo polvo. Mañana hay que madrugar para ver al General y los otros amigos del Joan en el Minerva de Maó.
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