estoy cansada
nunca saldré del laberinto
de este sueño
mi pobre madre muerta
ya no podrá
ayudarme
ni recuerdo
aquellas lágrimas que
en el dolor
daban dicha
Mi madre tenía, de joven, un sueño recurrente: bajaba a un sótano que resultaba ser un laberinto donde se perdía. Cuando más desesperada estaba, llegaba su madre que le ofrecía su mano y, juntas, salían. Cuando tenía, más o menos, veinte años, su madre murió y ella no volvió a soñar con aquel laberinto. Hoy tiene esa terrible enfermedad donde todos los recuerdos se olvidan.
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