Hace un día fresco y nublado. Subo al cerro de las antenas, que aquí llaman castillo porque lo hubo. Dibujo sentado en una caja de botellines. No hay nadie por las calles excepto la Rosa que tiene la tienda abierta y se sienta en la terraza del bar. Están todos en el paseo. Han hecho una fiesta recaudatoria para el mantenimiento de la agrupación musical local y todo el mundo participa, fundamentalmente comiendo y bebiendo. La Mari, la Isabel, la Orosia y la Antonia se han sentado en mi mesa, donde, invisible, dibujo. Marce me saluda, y Matías. Fernando me invita a un pomillo. La Jesi me pone un tumbalobos. A las tres, sacan unas migas. Espachao.
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