jueves, 1 de septiembre de 2011
29may09 catba-hanoi
Amanezco con el sol. La Bahía va cogiendo colores. He decidido ir al Parque Natural mientras Beni duerme. La gente hace gimnasia bajo los flamboyanes, las mujeres en pijama y los hombres en camiseta.
Negocio con un motorista un paseo al Parque por cinco dólares. Aumenta la humedad y el tamaño de los árboles. Me deja en un camino y me dice por donde entrar. Soy mínimo entre los árboles. Grandes ciempiés y arañas, pájaros cantores, cientos de mariposas, ranas verdes con pintas y marrones con dibujos. Me empieza a picar todo el cuerpo. Paso alguna casita de cañas y, después de varios kilómetros de bosque, llego hasta una torre de hierro, que subo fatigado. Vistas de montañas y valles de varios verdes fuertes (dibujo).
Bajo hasta la recepción del parque, donde varios excursionistas vietnamitas están sentados frente a un ventilador como al hogar en invierno. Me hacen un hueco y me ventilo. Aunque hay polos, helados y referescos, yo me compro un cigarrillo que chupo hasta sentir el humo en los dedos de los pies. Me he cansado y me he caído dos veces por el barro resbaladizo.
Aparece el motorista. Recorremos un pueblo de casas de barro y ramas, lagos con pequeñas barcas, algún templo budista y cascadas. Luego me lleva a los acantilados que dan a Ha Long. Me admiro de los cientos de islotes rocosos que se pierden al fondo. Y después vemos el pueblo y la Bahía de Catba desde arriba, desde una montaña. Y bueno, el acuerdo eran cuatro horas por cinco dólares. A volver.
Beni ha estado dando una vuelta por el pueblo. Hago la maleta y bajamos a desayunar fuerte, pues hasta llegar a Hanoi no comeremos nada. Sopas de gambas con pepino y zanahorias y unos buenos batidos de papaya. Nos vamos en un barco de madera. Pagamos 70.000 d, ellos 15.000 (cifras para Asociación de Víctimas del Turismo). Los asientos son de madera, lo que no impide a los vietnamitas echarse una buena siesta. Me quedo en cubierta pues navegamos muy cerca de la costa. Hacemos un parada en otra isla.
En Hai Phong nos cruzamos con un entierro que sale de un edificio del Partido. Un camión lleno de coronas de flores y, detrás, la comitiva en motos pisando mogollón de billetes falsos. En cinco minutos estamos en la estación de autobuses. Montamos en un microbús para Hanoi. Con el billete, agua y servilletas perfumadas.
Le decimos al conductor que nos deje en el puente. Caminamos hasta el hotel. Dejamos las cosas y nos damos una vuelta por nuestra calle favorita. Las cervezas y las tapas de calamares secos a la brasa. Volvemos al Café Thuy Ta. Hoy hay muchos turistas. Y zumo de papaya, el favorito de Beni.
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