Sí, esa chapa es mía, me la regaló Calixto, ha circulado en Instagram, les digo.
Uno de ellos sí que tiene chapas valiosas, y me enseña un juego de dos chapas en que una de ellas tiene una anomalía de imprenta, un dibujo dorado que no aparece en la original. Además, me enseña un papel firmado por el director de la empresa de refrescos con un escrito hablando de la ilustración de esa chapa rubricado por él mismo. El dinero bien amarrado, una pasada propia de un bolañego. También me enseña otras con defectos de imprenta, pero como piezas menores de su colección.
Le pido permiso para fotografiarla mientras se hincha como un pavo. Busco un papel blanco para ponerlo de fondo, cosa que parece difícil. Finalmente encuentro uno con algún hueco en blanco, que recorto, lo pongo bajo las chapas y disparo con mi móvil.
Retiro las chapas con cuidado y volteo el trocito de papel. Se voltea también mi corazón cuando aparece la firma del empresario partida por el roto irregular que hice con la mano.
¡Hala! Te acabo de joder el valioso documento de tu chapa estrella.
Noo, que vaaa. Solo es un papel de pruebas. El bueno está aquí.
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