
































Nacido en el estado de Idaho (1899-1977), James Charles Castle vivió al margen del mundo del arte: su producción artística, concentrada en dibujos con saliva y hollín, construcciones de cartulinas coloreadas adheridas con cuerdas y libros realizados a mano no poseen título, ni fecha, ni indicación que revele cronología alguna. Nacido de Frank y Mary con sordera profunda, pasó toda su vida con sus padres y otros familiares en una sucesión de granjas en el suroeste de Idaho. La lejanía geográfica de su hogar y estudio rural se vio agravada por el aislamiento social, ya que nunca aprendió a leer, escribir, hablar, usar el lenguaje de señas ni leer los labios. Sin embargo, empezó a dibujar con 6 años y descubrió una necesidad constante y una perspicacia para la expresión personal, nacida de su percepción visual instintiva y arraigada en su experiencia cotidiana. Mezclaba su tinta con el hollín de la estufa de leña de la familia y su saliva. Sus herramientas estaban hechas de palos afilados, huesos de albaricoque, hisopos de algodón y plumillas rotas. Nunca concedió ninguna entrevista ni realizó comentario alguno que aclarara su obra.

La enorme producción artística de Castle fue conservada gracias a su cuidadosa y obsesiva perseverancia, lo cual no deja de resultar extraño en un artista que nunca demostró especial querencia por el mundo del arte profesional. Su reconocimiento se produjo ya en los noventa de la mano de nociones como arte marginal, las cuales potenciaban lo biográfico por encima de las cualidades propias de su obra. Su personalidad, su sordera y el hecho de que fuera prácticamente analfabeto fueron factores importantes que intervinieron en la atención que generó como artista salvaje de mediados del siglo XX. Sin embargo, su obra refleja un especial interés por las posibilidades de la representación visual contemporánea: su tendencia hacia la esquematización y el diseño de sus dibujos, la dimensión siniestra de sus objetos tan cotidianos y foráneos al mismo tiempo, o el interés por representar fragmentos arquitectónicos como si se trataran de proyecciones del organismo humano revelan unas cualidades alternativas al régimen visual de la segunda mitad del siglo XX.
Del mismo modo, una de las cualidades más importantes en la obra de Castle era la presentación que él mismo hacía de sus obra en espacios improvisados, como graneros abandonados, donde distribuía las obras con informal organización para la visita de familiares e invitados. La disposición de las obras en espacios familiares también eran objeto de algunos de sus dibujos gracias a los cuales se refleja que la teatralidad de la representación visual era un asunto de extrema importancia en su obra, algo en lo que curiosamente coincidía con los intereses de las tendencias más avanzadas del momento como el minimalismo.

Reconocido ya como un maestro, está representado en las colecciones permanentes de importantes museos, incluido el Museo Whitney de Arte Estadounidense, el Museo Smithsonian de Arte Estadounidense, la Galería Nacional de Arte de Washington DC y el Instituto de Arte de Chicago. En 2011, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid hizo una exposición de obras del autor llamada
Mostrar y almacenar, comisariada por Lynne Cooke. Algunas fotos de esa expo están intercaladas con este texto, y su interesante folleto explicativo puede verse y leerse en uno de los enlaces inferiores.
jamescastle.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario