fracasómetro
Los piojos eran el único signo de nuestra prosperidad, por ser signo del anverso de la prosperidad. Era lógico que, al intentar rehabilitar nuestro estado para justificarlo, justificáramos a la vez el signo de dicho estado. Los piojos, al ser tan útiles para el reconocimiento de nuestra insignificancia como son las joyas para el reconocimiento de lo que llaman triunfo, resultaban valiosísimos. —Jean Genet en Diario del ladrón
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