Esta taberna regentada por filipinos debió inaugurarse en aquella época en que las páginas gastronómicas buscaban el mejor torrezno, que es su plato estrella: un torrezno al horno trinchado con salsa y arroz blanco. A pesar de su cocina, las tapas son frías y malas: patatas fritas, aceitunas, queso insulso de vaca. La barra no es muy apetecible y el público de las mañanas del domingo son parejas de jubilados que vienen de la misa de la iglesia de María Auxiliadora, con conversaciones mañidas, ya oídas. El local está en la ronda de Atocha. Tiene terraza. Una caña cuesta 1,80 euros.
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