Este fin de semana discurre tranquilo. Paseamos por el cementerio y el paseo de Mestanza, vemos cómo la gente sale de misa, saludamos en los bares, el sol acaricia las sierras, el pantano muestra la antigua carretera, comemos en una terraza de Puertollano, los árboles empiezan a amarillear, el collado de los castillos en la sierra de Calatrava, un foco ilumina Calzada, la tierra roja de La Encantada. entre peñones y, finalmente, un café con milhojas de Molina en la plaza de Almagro, con el revuelo de turistas y almagreños entreverados, hasta que el sol decae y todo se hace denso.
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