domingo, 9 de octubre de 2022

los cuencos cardiales de villafamés


    Un vecino de Villafanés, Castellón, encontró en la grieta de una roca tres cuencos de barro cocido, uno dentro de otro, muy cerca de las ruinas del castillo medieval y de las pinturas esquemáticas del castillo. Relativamente cerca, se encuentran la Cueva de la Selda (Castellón) y la Cueva del Petrolí (Caoanes), ambas con indicios de haber aparecido cerámica cardiaI. De una forma impulsiva los estrelló contra el suelo, y luego, arrepentido, recogió los fragmentos y los llevó al museo local, donde actualmente se exponen.

    Se denomina cerámica cardial, a las piezas de barro decoradas con la huella de la concha de un molusco, como el berberecho, cuyo nombre, cardium edule, del griego kardé, por su forma de corazón. Esta cerámica se inicia en el Neolítico antiguo y  permaneció como precedente de la cerámica campaniforme del Calcolítico. Este tipo de decoración viene de las civilizaciones de Oriente Próximo, en su avance por las costas mediterráneas hasta llegar a Italia, Sur de Francia y España, y luego extenderse a algunas zonas del interior, como el norte de Francia. Se decoraban con el barro aún fresco usando el canto de la concha o arrastrando su parte surcada para conseguir líneas paralelas. También tiene incisiones de punzón como puntos y rectas. En Italia se le ha llamado cerámica impressa, en realidad un grupo mayor que engloba la cardial. En Francia se utiliza el término epicardial, para englobar la cerámica del último Neolítico.

    Estas tres piezas de perfil hemiesférico no poseían asa, y sus dimensiones son muy parecidas entre sí, al igual que su técnica decorativa, a pesar de que difieran ligeramente en la disposición y en los motivos omamentales. La factura, cochura y textura son lo suficientemente semejantes como para afirmar, sin muchas dudas, que estas piezas salieron de un mismo alfar, e incluso la disposición y selección de los temas ornamentales, en especial su gusto estético, hacen pensar también que son producto de un mismo artesano. La riqueza y buen gusto de estos cuencos decorados tanto exterior como interiormente inclinan a pensar que su función sería más funeraria y religiosa que de uso común; lo que es solo una hipótesis, pues apareció fuera de contexto, como hemos dicho, incrustados en la grieta de una roca.

    Son de perfil hemiesférlco con borde recto y paredes abiertas hacia afuera; en la parte superior tiene un ligero resalte lateral exterior, decorado con digitaciones, y adornando el extremo mismo del borde un denticulado de cierto relieve obtenido por la presión de un objeto de sección circular (hueso, caña, espátula o incluso el dedo), la base exterior es convexa. La superficie de la pared, tanto por fuera como por dentro, está alisada, y la coloración es de tonalidad gris plomizo oscuro; la pasta, de textura esquistosa, en la cual no se aprecia ningún desgrasante inorgánico, presenta un aspecto requemado negruzco grisáceo. Están decorados exterior e interiormente, incluso la base, como se aprecia en los dibujos superiores. Las decoraciones son diferentes en cada cuenco, en el segundo es más geométrica,  la coloración de la parte externa es pardo rojiza; con tonalidades distintas irregularmente repartidas a causa de una coccióri irregular; por el contrario, en la parte interna del cuenco, el color es gris plomizo oscuro.  El tercer cuenco presenta las paredes externa e interna alisadas y con una coloración uniforme gris plomo oscuro; la pasta es de la misma tonalidad, no conteniendo desgrasante inorgánico alguno; la textura es esquistosa, y, al igual que las anteriores piezas, presenta un fuerte requemado en la arcilla.

Fuentes:
Hallazgo de cerámicas del tipo "Impressa Mediterránea" con decoración interior incisa, de Francisco Gusi Gener.

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