La manía de comprender y, por consiguiente, de empequeñecer, de mediocrizar -toda mi vida me han atosigado con preguntas imbéciles: ¿por qué esto?, ¿por qué aquello?-, es una de las desdichas de nuestra naturaleza. Si fuéramos capaces de devolver nuestro destino al azar y aceptar sin desmayo el misterio de nuestras vidas, podría hallarse próxima una cierta dicha, bastante semejante a la inocencia.
Luis Buñuel en Mi último suspiro
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