Aadaam supo que aquel huerto no era su sitio, sino el de su creador y, una vez expulsado, comprendió que jamás encontraría aquel lugar bajo su amenaza constante. La eterna lucha por encontrar un lugar apacible ha marcado nuestra vida desde entonces. Muchas veces lo hemos confundido con el Paraíso, con el Edén, el Cielo, la Arcadia, Shangri-La, la idealizada infancia, el hogar, el útero materno o la sala oscura de un cine. Otras, hemos intentado construirlo, como una fortaleza, una casa sobre una montaña, una cabaña en el bosque, una comuna, un libro, un sueño o un hermoso jardín. Como reza la cabecera de este blog, la vida es el tiempo en que buscamos ese sitio. En todos ellos nos sentiremos fuera, extranjeros, extraños. Porque, posiblemente, ese sitio somos nosotros mismos. Nosotros mismos en paz, sin la heredada furia de Aadaam, ni la de su dios.
Comparto este texto, sin necesidad de ser más explícito, aunque con ganas me quedo. Solo un apunte sobre una idea que me obsesiona desde hace tiempo. ¿Acaso no es la vida otra cosa sino la mentira? Por supuesto, esta se puede dividir en cantidades y calidades. Feliz tránsito, mientras.
ResponderEliminarUna gran crisis me azotó cuando cumplí los veinte años. Estamos educados para vivir en la falsedad. Buñuel decía que había aprendido mucho más leyendo a Sade que todos sus años de educación. Desde entonces yo lo llamo "La Gran Mentira". Gracias por tu comentario.
ResponderEliminarExactamente escribió: Vi que me habían ocultado algo muy serio en la universidad. Me habían hablado de la "Divina Comedia", que es una porquería, y de "Os Luisiadas". Pero no me había hablado de Sade. Y para mí fue una revolución total que coincidió con la del surrealismo.
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