miércoles, 7 de abril de 2021

vacuna


Después de un kilómetro de cola, ciertamente sin parar, nos pinchan la poción mágica. Algunos se quejan de vicio. La verdad es que estamos felices y emocionados; como si estuviéramos llegando al final feliz de una angustiosa peli de terror. Somos supervivientes, dice una señora sentada en el sillón azul en que esperamos a que nuestro cuerpo no reaccione, pensando quizás en todos los que han muerto. Las enfermeras están cansadas. El celador me dice que así todos los días, diez mil vacunas diarias, estoy deseando jubilarme. A mí me entran ganas de llorar, pero me aguanto.

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