martes, 20 de octubre de 2020

árboles singulares de la plaza de la lealtad




Para los amantes de los árboles, y todos aquellos que pueden llegar a amarlos, estos días de otoño son especialmente hermosos porque  sus hojas adquieren toda su riqueza cromática. Los castaños de India parecen oxidarse, los liquidámbar van del amarillo al rojo, los tilos cogen un amarillo fuerte, ese que más tarde inundará los ginkgos. 

Un buen sitio para pasear es la Plaza de la Lealtad de Madrid, que está en un lateral del Paseo del Prado, en cuyo centro hay un obelisco en homenaje a los héroes del dos de mayo. Allí se encuentra también el Museo Naval, el edificio de la Bolsa y el Hotel Ritz. Merece pena caminar despacio rodeando sus enormes y viejos árboles, sobre todo para ver y tocar árboles centenarios y singulares como el arce blanco americano, también llamado arce blanco o arce sacarino (acer saccharinum) que se eleva ya amarillo junto a un gran eucalipto y un cedro que llegan a la altura del obelisco. Hay también dos grandes magnolios, algún aligustre, arces, alguna acacia del Japón y plátanos. Destaca el viejo madroño (arbutus unedo) con las ancianas ramas sujetas con muletas, quizás el más interesante de todos los madroños de la capital (que tiene este árbol en su escudo); y un histórico ginkgo (ginkgo biloba) que habrá que rondar durante el otoño para ver su grandioso espectáculo de hojas amarillas.

Finalmente, pasearemos por la fachada del Museo del Prado, bajo sus enormes cedros. Junto a la estatua de Velázquez están los cedros del Líbano sembrados, probablemente, cuando se creó este jardín, en 1871, con su aspecto cónico y ramas horizontales. Hay otro gran cedro, éste del Himalaya, junto a la estatua de Murillo y también un gigante, viejo y cansado almez, que se ayuda de muletas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario