
"Recibimos muchas ofertas de compra. Venían los captadores, gente que viene a ver qué se vende. Todo fondos de inversión", cuenta Dolores. "8.500 euros de alquiler es carísimo, van a tener que trabajar mucho. Nosotros solo pagábamos la comunidad porque era nuestro". El café estaba a 1,10 euros, la caña a 1,20 y no había menú, porque era todo plancha. "Nosotros podíamos, pero entiendo que si este chico paga este alquiler no pueda. Y lo respeto", dice, añadiendo que el nuevo local no le gusta por ser "demasiado moderno".![]() |
| Un dibujo del antiguo Palentino |
Presumido, el nuevo inquilino, es argentino, antiguo directivo de Inditex y empresario de hostelería desde 2013, cuando abrió, con ayuda de su padre, su primera pizzería en A Coruña. Cuatro años más tarde dio el salto y abrió otra con la misma marca, Mamá Chicó, en Madrid. Es un local en la calle Recoletos (perpendicular al Paseo) de 311 metros cuadrados. "Es más del doble que El Palentino. Y cuesta mucho menos", indica.
"El Palentino" tiene 103 metros cuadrados, que dan para las quince mesas que ha puesto, incluyendo la planta baja. Con aforo de 90 personas y un tique medio que aún es bajo ("la gente está compartiendo platos y tomando cañas en barra") , el empresario calcula que en seis meses conseguirá que el alquiler suponga solo el 10% de su facturación. Eso significa que debe ingresar 85.000 euros al mes. Y es un cálculo optimista: tendría que estar lleno siempre.
Inaugurado a principios de los años cuarenta del pasado siglo, Palentino había modificado poco su diseño: fachada de negro mármol, frisos plásticos en las paredes, lámparas y techos de un retardado art dèco, grandes lunas de espejo por todas partes y un largo mostrador situado a la derecha de la entrada. Sus grandes ventanales mostraban el interior de este bar, quizá demostrando que en él no había trampa ni cartón.
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