En 2013, ya cerca del solsticio de verano, bajo este bosque de alcornoques que rodea el círculo y la elipse de grandes piedras construidos por los hombres del Neolítico junto a la población actual de Guadalupe, Évora, Portugal, hicimos noche para ver amanecer, después de haber visto anochecer, y el movimiento de las sombras de los pedruscos. Era la segunda vez que aparecíamos por este mágico lugar, pues ya habíamos estado en 1999, en un viaje hasta las playas de los acantilados de Porto Covo. Por la mañana temprano, el sol aparecía detrás de estos alcornoques.
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