Calder, escultor de Pensilvania que inventó la escultura móvil, vivió en esta casa con estudio en Roxbury (Connecticut), alternando con su casa de París, los últimos 25 años de su vida. Cuenta que la única vez que encendieron la chimenea fue cuando Moncha, la mujer de Sert, hizo allí una paella. Su nieto dice sobre ella que permanece exactamente como su abuelo la dejó: como si hubiera salido a comprar un cartón de leche, pero no regresó. La última residente fue Jill Magid (Bridgeport, Connecticut, 1973), que ganó la estancia como premio de la Fundación Calder por una performance sobre la obra de este escultor este mismo año.
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