A pesar de su aspecto de casa de comidas de fritanga, nada tiene que ver con esto, excepto en el precio. En Selva se come bien, comida casera, con cierta elaboración, y el servicio es magnífico. Aunque uno tiene que hablar entre las conversaciones de los vecinos, demasiado cerca, el ambiente distendido consigue una comida relajada sin protocolo donde sabes que no te van a clavar y que su calidad, con un menú con muchos platos de donde elegir, será buena. Siempre a tope de curritos, lo mejor es ir antes de las dos o a partir de las tres.
Selva. Plaza de los Mostenses 7. Malasaña, Madrid.
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