Villard de Honnecourt os saluda y recomienda a todos aquellos que se sirvan de las instrucciones que se encuentran en este libro de rezar por su alma y de acordarse de él, pues en este libro se puede encontrar una ayuda válida para el gran arte de la construcción y de algunas instrucciones de carpintería y encontraréis el arte del retrato y sus elementos tal como lo requiere y lo enseña el arte de la geometría.
Así se inicia la obra única de Villard de Honnecourt, el Livre de portraiture, de 33 páginas dobles de pergamino con 250 dibujos, que se publicó en 1858, que consiste en un cuaderno de sesenta y seis láminas cuyo manuscrito se conserva en la Biblioteca Nacional francesa. Es la memoria de un maestro de obras itinerante -la figura del arquitecto no aparecerá hasta el Renacimiento- de la Francia de 1200 a 1250, una colección de dibujos y textos entrelazados de un destacado artista, un libro de notas de un espíritu inventivo destacable. Constituye una obra inclasificable y excepcional. Y ello en un momento, a principios del siglo XIII, en el que Europa conoce una explosión arquitectónica sin precedentes que ve nacer entre otras las catedrales de Meaux, Chartres, Reims, Cambrai o Laon. Inmerso, pues, en esa actividad, el autor ha concebido su Cuaderno como manual de enseñanza en el que nos muestra los procedimientos técnicos utilizados en grandes monumentos del Gótico, iniciados en el Románico, en fase de construcción; además de dejarnos testimonio de su genio inventor.
El autor refleja en su Cuaderno que trabajó en Vaucelles, en la construcción de la abadía cisterciense, Cambrai, donde asistió a la elevación del coro de la catedral de Notre-Dame, Reims, Meaux, en la catedral de Saint-Étienne, Laon, en su campanario, Chartres y Lausana, llegando también a Hungría en 1235, donde construyó en Košice la catedral dedicada a Santa Isabel de Hungría. Por lo que su cuaderno es un cuaderno de arquitectura, pero también de viajes.
El autor refleja en su Cuaderno que trabajó en Vaucelles, en la construcción de la abadía cisterciense, Cambrai, donde asistió a la elevación del coro de la catedral de Notre-Dame, Reims, Meaux, en la catedral de Saint-Étienne, Laon, en su campanario, Chartres y Lausana, llegando también a Hungría en 1235, donde construyó en Košice la catedral dedicada a Santa Isabel de Hungría. Por lo que su cuaderno es un cuaderno de arquitectura, pero también de viajes.
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