miércoles, 26 de julio de 2017

cuando el reina sofía era el hospital provincial de madrid




El Hospital Provincial de Madrid estuvo en servicio más de trescientos años, desde el siglo XVII, en que se denominó Hospital General y la Pasión y luego Hospital General San Carlos, hasta que en 1849 cogió este nombre, al depender de la Diputación Provincial. Inició su construcción Fernando VII y luego Carlos III, sobre el solar de otro hospital de pobres y usando a arquitectos como José de Hermosilla, Sabatini o Villanueva, no llegando a contruir más que dos quintas partes del proyecto inicial. El Colegio de Cirujía ocupó lo que hoy el el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, donde también estuvo el Hospital de las Clínicas de San Carlos, como hospital universitario y que apenas duró un año. Luego sería el Hospital Clínico San Carlos, actualmente trasladado a Moncloa.

En la Guerra Civil acogió a los heridos del Cuartel de la Montaña, fue bombardeado y llamado Hospital Clínico nº 4, dependiendo directamente del Ministerio de la Guerra. La Gestora de la Diputación hizo una remodelación que acabó en el 46, fecha en que se hizo este reportaje publicado en el número de julio del Boletín del Consejo General de Colegios Médicos de España, donde se explicaba que tenía una capacidad para hospitalizar a mil enfermos, nueve quirófanos modernísimos, radiodiagnóstico, laboratorio central con biblioteca, farmacia, capilla, cuatro aulas, edificio para necropsias y vivienda moderna y decorosa para los médicos de guardia. Cerró sus puertas en 1965, entregándose al abandono.

Gracias a que varios arquitectos, alarmados por el estudio del arquitecto municipal del 69 en que se recomendó su derribo, solicitaran su protección, hoy aún sigue en pie. Un Real Decreto de 1977 que lo declaraba monumento histórico-artístico salvó el destino de un original inmueble que se encontraba en un lamentable estado de abandono. Luego se convertiría en el Museo de Arte Centro Reina Sofía.

Solo añadir la supuesta aparición de misterios fantasmagóricos que ha hecho que la prensa especializada en fenómenos paranormales o incluso la generalista se hayan ocupado de elucubrar sobre apariciones, empujones de maléficos seres incorpóreos a profesionales del museo, apertura de forma irracional de puertas de ascensores o incluso sobre la presencia del espíritu de un sacerdote que acabó sus días en un camastro del antiguo hospital y debió fallecer sin haber finalizado su labor en este valle de lágrimas.

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