miércoles, 21 de junio de 2017
eduardo comparte sus cuadernos
Como pasara en otros tiempos, el cartero me llena el buzón de alegría. Eduardo Salavisa me ha mandado esta síntesis publicada de sus cuadernos de América Latina. De lo que queda de ellos, pues le levantaron una mochila con los seis cuadernos rellenados de México a Colombia, mientras se quedó dormido en la estación de buses de Pasto. Y es que en los viajes no conviene relajarse, pues es cuando perdemos ese punto de alerta, cuando pasan estas cosas. Para mí, los últimos días de viaje, a partir de las dos semanas, son los más peligrosos, pues estamos en ese punto en que la felicidad nos afloja la tensión. Fue en estos días cuando abandoné en un banco de La Habana un cuaderno sustancioso con dos viajes a Cuba y una especie de diccionario visual de soneros cubanos y en un banco de Uyuni un cuaderno con los relatos y dibujos que había hecho de La Paz hasta allí. Afortunadamente acababa de autoenviarme por correo en La Paz, a la dirección de mis hermanos, un cuaderno grueso que había rellenado desde Quito hasta la capital boliviana, junto a unos coches de madera y hojalata que hacían con sus manos los presos. Reconozco esa especie de angustia y desazón de no saber qué hacer en un país extraño a la vez que vamos idealizando injustamente el contenido del material perdido. Yo huí de Bolivia esa misma noche y atravesé la frontera de Argentina, mientras trataba de quitarme de la cabeza aquellos dibujos de La Paz, Sucre, Potosí y el salar de Uyuni, autoconvenciéndome de que lo importante era el viaje, y aún quedaba mucho por delante.
Ahora vuelvo a disfrutar muchos lugares recorridos desde la mirada de otro viajero, con una idea del viaje parecida a la mía, en la que no se va ningún sitio sino que se hace un camino, día a día. Los cuadernos de Eduardo están llenos de instantáneas, de pequeñas y rápidas anotaciones con la frescura del viajero sorprendido sin ninguna misión de antemano, con la libertad del boceto privado, con la invisibilidad del reportero. Es algo que me extraña, que sabiendo que algún día los publicará, pueda conseguir esa frescura de lo efímero, de lo que muere al instante y nos concede la libertad. Creo que el saber que otros lo verán condiciona la frescura del cuaderno, lo va haciendo más decorativo, más estético, más pretencioso, hasta perder su esencia. Eduardo consigue que no suceda (creo que ayuda que sepamos que hay una selección de páginas elegidas).
Gracias. Y vete aligerando la mochila, mandando los cuadernos por correo, igual que lavamos la ropa, nos negamos a comprar objetos y vamos tirando por el camino todo lo que no es necesario.
Gracias José María pelas bonitas palavras. É verdade que "el saber que otros lo verán condiciona la frescura del cuaderno". É por isso que faço-o sem estar a pensar em editar, mas quando acontece gosto de o fazer e partilhar com os meus amigos.
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