Entonces mis cuadernos eran diarios/agendas en los que escribía y dibujaba cada día en mi despacho del curro. Eran grandes y pesados, de oficina podríamos decir, que no había quien los sacara de paseo. Escribía y dibujaba con pluma caligráfica Parker, con una tinta que se iba con el agua y era imposible usar acuarelas.
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