Desde que la arena de la playa destrozase mi última cámara de bolsillo y la sustituyera por un pequeño cuaderno, apenas si hago fotos. Solo me detengo ante aquellas imágenes cuya plástica me parece que merece la pena revisitar, y que el dibujo no puede ayudarme. Entonces, saco el móvil y hago lo que buenamente puedo.
Abajo, la clásica ferretería de la calle Atocha que ha cerrado.
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