"Siempre he dibujado sobre cualquier trozo de papel que me encontraba. Es una especie de reflejo condicionado, un gesto automático, una manía que llevo conmigo desde siempre". Con estas palabras, el célebre director italiano Federico Fellini (1920-1993) se refería a su obsesión por el dibujo. En cada momento de su vida laboral y privada, Fellini tomaba apuntes del mundo a través de pequeñas imágenes grotescas, a las que alguna vez añadía un breve comentario. Muchas de estas notas gráficas fueron recopiladas y guardadas cuidadosamente por su colega de vida y de trabajo, la escritora y guionista Liliana Betti.
En los 20 años de su colaboración con Liliana Betti, Fellini la dibujó como su "musa" infinitas veces, entre una claqueta y la otra, o en la intimidad. La representaba a su manera, con humor o ironía, en su papel de jefa o con un lápiz en una mano y el cigarrillo en la otra, a recalcar su dependencia de la nicotina y su genio de escritora. También se dibujaba a sí mismo, grotescamente, como el estereotipo de él que todos conocen, con sombrero negro y bufanda roja.
"Federico reprodujo y representó a Liliana muchas veces", observa Domenico Montalto,"en las escenas y en las posturas más distintas y divertidas. Betti recopiló estos papelitos durante los 20 años de su aventura profesional junto al gran artista. Hoy constituyen un material inédito y extraordinariamente significativo".
Después de dos décadas juntos, Fellini y Betti se separaron. "Todas las historias importantes se acaban, antes o después", comenta Montalto, "pero de aquella colaboración quedan documentos extraordinarios. Muchos ya pasaron a los anales de la cinematografía". Y es que Liliana Betti acompañó a Fellini, primero como secretaria de producción y luego como asistenta a la dirección, en películas como Amarcord (1974), Satyricon (1969) y Julieta de los espíritus (1965). "Otros todavía quedan para descubrir", explica Montalto; "si Fellini fue el genio, bajo la luz del sol, o de los reflectores, Betti fue el genio que permanecía en las sombras".
Un resumen ejemplar de todo lo dicho se halla quizás en un dibujo que es también un homenaje al genio y a la dedicación de Liliana Betti: Fellini se representa a sí mismo, arrodillado detrás de la cámara, con su bufanda roja, pero en lugar de su gorro, sentada en su cabeza, está Liliana, con un lápiz, una hoja y su infaltable cigarrillo, representada aquí como "musa inspiradora". Pero también aparecen, en dibujos obsesivos y atormentados, fragmentos distorsionados de sus propias películas. Algunos ya aparecidos en El libro de los sueños, una antología onírica recopilada por Fellini a petición del psicoanalista Ernst Bernhardt.
En otro dibujo significativo, Fellini se representa acostado en la cama, con una gran barriga y una nube que representa un sueño. Al pie de la cama está Liliana observándolo. Abajo, escribe en alemán: Liliana spioniert meine Träume (Liliana espía mis sueños).
En los 20 años de su colaboración con Liliana Betti, Fellini la dibujó como su "musa" infinitas veces, entre una claqueta y la otra, o en la intimidad. La representaba a su manera, con humor o ironía, en su papel de jefa o con un lápiz en una mano y el cigarrillo en la otra, a recalcar su dependencia de la nicotina y su genio de escritora. También se dibujaba a sí mismo, grotescamente, como el estereotipo de él que todos conocen, con sombrero negro y bufanda roja.
"Federico reprodujo y representó a Liliana muchas veces", observa Domenico Montalto,"en las escenas y en las posturas más distintas y divertidas. Betti recopiló estos papelitos durante los 20 años de su aventura profesional junto al gran artista. Hoy constituyen un material inédito y extraordinariamente significativo".
Después de dos décadas juntos, Fellini y Betti se separaron. "Todas las historias importantes se acaban, antes o después", comenta Montalto, "pero de aquella colaboración quedan documentos extraordinarios. Muchos ya pasaron a los anales de la cinematografía". Y es que Liliana Betti acompañó a Fellini, primero como secretaria de producción y luego como asistenta a la dirección, en películas como Amarcord (1974), Satyricon (1969) y Julieta de los espíritus (1965). "Otros todavía quedan para descubrir", explica Montalto; "si Fellini fue el genio, bajo la luz del sol, o de los reflectores, Betti fue el genio que permanecía en las sombras".
Un resumen ejemplar de todo lo dicho se halla quizás en un dibujo que es también un homenaje al genio y a la dedicación de Liliana Betti: Fellini se representa a sí mismo, arrodillado detrás de la cámara, con su bufanda roja, pero en lugar de su gorro, sentada en su cabeza, está Liliana, con un lápiz, una hoja y su infaltable cigarrillo, representada aquí como "musa inspiradora". Pero también aparecen, en dibujos obsesivos y atormentados, fragmentos distorsionados de sus propias películas. Algunos ya aparecidos en El libro de los sueños, una antología onírica recopilada por Fellini a petición del psicoanalista Ernst Bernhardt.
En otro dibujo significativo, Fellini se representa acostado en la cama, con una gran barriga y una nube que representa un sueño. Al pie de la cama está Liliana observándolo. Abajo, escribe en alemán: Liliana spioniert meine Träume (Liliana espía mis sueños).
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