Increíble la emoción y la alegría de tener otra vez en mis manos un cuaderno perdido en la iglesia frente a la puerta del Parador de Turismo de Guadalupe, que ahora usan los artesanos para la venta de sus productos al turismo. No sin alguna pérdida: la desmitificación de lo perdido, de lo que ya no puede verse. Esa especie de fantaseo e idealización que se hace con el pasado incomprobable.
Estas dobles páginas fueron dibujadas el sábado 24 de octubre a las afueras de Berzocana las tres primeras (un paisaje de arcornoques y olivos), y en el castillo de Cabañas del Castillo las tres últimas, con una comida intermedia.
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