Cuentan en Mestanza que en la mañana de los Fieles Difuntos hay que mirarse la sombra, pues si ésta tiene adosada su respectiva cabeza significa que su dueño o dueña no morirá en ese año. Y que una abuela revieja que andaba ya muy pachucha tuvo una recaída y el doctor informó a la familia que el desenlace sería inmediato. Su hija, sorprendida y un tanto defraudada, saltó enseguida. Pero si tenía cabeza, dijo sin dudar de la palabra de su madre y en fiera lucha contra la consternación.
Es bien sabido que para la noche de los Santos a Difuntos los muertos vuelven a casa para cenar. En vez de engalanarse para tal evento, los mestanceños embadurnan las cerraduras con gachas para que aquellos de la otra vida nunca se junten con los de ésta, como si tal encuentro nunca llevara a buena resulta. La propia Iglesia recomienda ayudar a los muertos errantes a alcanzar la Visión Beatífica. Obstaculizando solo consiguen que las almas aburridas, ya sin trompos que girar, inventen trastadas por las calles y asusten a los estúpidos niños del Halloween.
Mi idea y mi dicho es que conviene vestirse de gala para el buen recibo. La ropa de bodas y entierros pueden sernos de gran utilidad. Además, hay en el mercado diversos kits para complemento de este vestuario, como el que ilustra esta entrada, muy del agrado de finados, otra gente morbosa y los niños del Halloween antes mencionados.
El día de los finados, trompos y cuerdas a los tejados. Este refrán ilustra el fin de la temporada del trompo y las severas medidas que se imponían al que quisiera saltarse la norma.
clararockmoreeyes
A la noche del 31 de octubre los antiguos celtas la llamaban de Samhain o, como me ha enseñado Nanda Cabaleiro Ferreiro, también Sanmain en nuestra norteña lengua galaica. Una noche de despedida al sol del verano, de entrada definitiva del invierno y de apertura de puertas a lo sobrenatural, tanto a lo feérico como a la ultratumba, rompiendo las más poderosas fronteras (no en vano de ella deriva el Halloween que ahora nos devuelven de ultramar en calabazas de ida y vuelta)…
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A la noche del 31 de octubre los antiguos celtas la llamaban de Samhain o, como me ha enseñado Nanda Cabaleiro Ferreiro, también Sanmain en nuestra norteña lengua galaica. Una noche de despedida al sol del verano, de entrada definitiva del invierno y de apertura de puertas a lo sobrenatural, tanto a lo feérico como a la ultratumba, rompiendo las más poderosas fronteras (no en vano de ella deriva el Halloween que ahora nos devuelven de ultramar en calabazas de ida y vuelta)…
Urumo en De Vuelta con el Cuaderno
En Bolaños, se ha trasmitido de generación en generación la creencia y superstición de que cuando en el pueblo hay muerto, es decir, un difunto de cuerpo presente, no se debe cocinar gachas, pues si se cocinaran se correría el riesgo de ser “meneadas” por el muerto. Así las personas que piensan cocinar gachas algún día, procuran averiguar si ese día ha fallecido alguna persona.
En Bolaños, se ha trasmitido de generación en generación la creencia y superstición de que cuando en el pueblo hay muerto, es decir, un difunto de cuerpo presente, no se debe cocinar gachas, pues si se cocinaran se correría el riesgo de ser “meneadas” por el muerto. Así las personas que piensan cocinar gachas algún día, procuran averiguar si ese día ha fallecido alguna persona.
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