viernes, 6 de febrero de 2015
llegada a santiago
Llegamos a un aeropuerto vacío, cómodo, agradable. Paseamos por sus grandes pasillos y, aunque no facturamos, por delante de los mostradores. Preguntamos solo porque no hay colas y uno puede hablar con las uniformadas. Despacio llegamos hasta el aparcamiento de nuestro avión. Nos colocamos en los asientos, uno en la ventana y otro en el pasillo. Tememos por el llanto de los niños; pero qué va, dormimos casi de un tirón de la cena al desayuno. La bajada del avión atravesando los Andes hasta el valle de la ciudad es espectacular, con el volumen que da al relieve esa luz de la mañana. La migra es muy escrupulosa con la entrada de plantas y animales. Ni una nuez.
Nos sobra toda la ropa. Nos sentimos extraños ante un cambio de estación tan repentino. Hugo nos espera en la parada. Llevamos los trastos a su casa y paseamos por el centro. Emocionante el Palacio de la Moneda con la puerta reabierta donde Allende salió con el casco, el rio Mapocho, el Centro Cultural Gabriela Mistral disfrazando el búnker de la Junta, plazas, jardines y parques, Bellas Artes, las terrazas de Lastarria, la fuente alemana. Nos hemos quemado con el sol.
Comprobamos que Santiago no es más barato que Madrid. La cerveza más cara sin tapas y café expreso imposible. Comemos en un buen coreano y luego tomamos unas cervezas en una terraza agradable en un cuarto piso con Pablo y Vania que viven en una casita de madera rodeada de árboles en Valdivia.
Desde la terraza y detrás de los edificios iluminados, una luz blanca recorta la muralla de los Andes, que resulta ser una luna totalmente redonda rodeada de las espuma de las nubes. Alguien hizo fuego cerca de su chabola hecha de tablas encontradas. Mientras él cena no sabemos qué, nosotros cenamos charlando sobre las costumbres chilenas con el fresco de la noche. La gata nos extraña. Disfrutamos comiendo sandía tan fresquita a principios de febrero, a la fresca del verano.
Santiago es una ciudad estupenda. No percas o Museo de la Memoria e de los Derechos Humanos.
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