domingo, 8 de febrero de 2015
el museo precolombino y el galindo
Paseamos por la mañana por Alameda, el Palacio de la Moneda, hasta el Museo Chileno de Arte Precolombino, con impresionantes piezas americanas desde México a Tierra de Fuego. Tanta magia tienen estas representaciones que no paro de dibujar obnubilado. Las clavas, las botellas, las máscaras, los animales, ese hombre disfrazado de mono cuya boca está dentro de la otra, esos gorditos omeyas que parecen luchadores de sumo, las caras cuadradas, las telas, los nudos, las palas chamánicas para vomitar, los gorros de cuatro puntas, la fantasmagórica impresión en el sótano de las figuras gigantes de los altares y las tumbas mapuches.
Quedamos en la Catedral, como un túnel enormele. Paseamos por parques hasta Bellavista, lleno de terrazas de bares, restaurantes, cafés y puestos de ricos helados. En el Galindo nos comemos una parrillada de impresión con morcillas (prietas?), longaniza, pollo, cerdo y ternera con ese saborcillo a humo y ascuas tan rico, y regadas con la cerveza artesana de la casa. No resulta nada pesado y somos capaces de comernos un helado en la calle de seguido.
Nos duchamos en casa y hacemos las maletas. Cuando aparecemos en el salón, Hugo ya ha preparado unos bocadillos, ciruelas lemu y dos botellas de agua. Desde que vivo con Gisela me he convertido en una madre, me dice más o menos. Pero mi madre no me preparaba estos bocatas.
Esperamos en la estación de autobuses. Cuando llega el nuestro y montamos, flipamos con los asientos. Cuando empieza la peli de Tom Cruise ya nos quedamos fritos. Después alguna luz cautiva y la sombra de un bosque en algún lugar. Y vuelta a la UVI.
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