Sueño con los caudillos menceys levantados en la selva. Quizás llueve y duermo en un jergón. Me despierta una enfermera. Aquí tienes tu medicina y tu agüita, dice.
¡Pilar, Pilar, Pilar, Pilar! grita el abuelo al que han aislado en la habitación 27 para que no vuelva loco a su compañero. Sergio tiene la misma sonrisa de niño feliz de Kiko Isa. Se ha dormido con los auriculares puestos. Se queja de que no duerme, pero siempre está dormido. Debe haberse traído su arsenal contra la depresión.
No aguanto más la cama y paseo por los pasillos. Desde la ventana de los ascensores veo el hotel de Beni. Me la imagino durmiendo. Aún no ha empezado a amanecer. El cielo está negro y la ciudad llena de bombillas encendidas.
La propuesta de marcharme sin operación me ha machacado ¿Qué confianza me da la médico si me dice que mejor me opere otra persona en Madrid? Sé que en medio está el seguro. Es triste. El flemón me ha bajado con los antibióticos; pero la muela me está consumiendo.
El hermano de Epifamio cuenta que dejó de fumar alentándose. Tío, llevas dos días sin probarlo, parece mentira, vamos a ver si aguantas otro más. El hospital está en silencio, solo se oyen las rodadas de los coches. Los auxiliares duermen en los sofás, dando un aspecto lamentable de falta de profesionalidad, de escaqueo cuartelario. Beni me pregunta ¿por qué cogiste la peor cama de la habitación si estabas solo?. En la otra había un auxiliar durmiendo, le digo. Todo el tiempo que esperé era para que librara la segunda cama.
¡Qué tiempo este tan maravilloso de dejar el hosco mundo para entrar directamente en los afectos, en desarrollar todo el cariño que tenemos para ser felices! Ha llegado el momento de la Hermosura, el momento de parar en las caricias que el pudor nos impidió.
La médico me propone irme con las máximas garantías. Una válvula en el tubo, un colega que se responsabilice. Allí me esperará una ambulancia que me llevará al hospital de Madrid. Pienso que estos son los acuerdos con el maldito seguro. Trata de convencerme diariamente por teléfono y como no lo consigue lo ha hecho con la médico. Acepto si me dan las garantías de que allí tengo cama y cita para operarme. Pienso que al llegar, el seguro se lavará las manos, el viaje ha terminado.
En el dibujo la familia de Sergio (para aclararme un poco): Juan Manuel lleva los tanques del aeropuerto, parece que le han dado un hachazo en la barbilla. Gloria es hermana de Yiya y de Rosa, la madre de Sergio. María José está embarazada, estudió Bellas Artes, especialista en restauración, hace cuadernos de viaje, tiene los ojos preciosos. A Carmen le gustan los nombres sonoros como Raúl y Néstor, se quedó viuda ya separada y se casó con un suizo egoísta pues le hizo perder la pensión de viudedad, es de la Iglesia Avantista.
Tremenda crónica en todos los sentidos. Admiro tu ánimo para hacerla en esas condiciones. Un abrazo fuerte y solidario.
ResponderEliminarEsta crónica es de 2008. Ya pasé con salud todo este asunto. En las fechas de aniversario pongo viejos viajes, ya que entonces no tenía este blog.
EliminarGracias por tu interés y solidaridad. Viejos amigos me han llamado interesándose. Entonces, casi nadie se enteró.
O sea que cuando nos conocimos fugazmente en Zaragoza ya habías pasado por esto... me alegro de que todo fuera bien.
ResponderEliminarSólo ahora he visto la etiqueta "2008", en las imágenes se me escapó la fecha si es que la había. A veces intento leer el texto escrito a mano, tu caligrafía es casi tan hipnótica como tus textos que me recuerdan la habilidad de Josep Pla para hacer interesante una reflexión sobre la butifarra.
Yo también admiro a Josep Pla, a pesar de su cinismo burgués y que odiase la franqueza. Odiosa y lamentable comparación. No tengo ningún ánimo literario. Un saludo.
EliminarAunque admire su habilidad Pla tampoco es de mis favoritos por esas mismas razones. Perdona si la comparación te ha parecido lamentable.
EliminarEs solo porque soy un mindungui que no llega ni a la altura de sus talones. Nada más.
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