domingo, 13 de octubre de 2013
comida romántica hervida
Amanece en Santa Cruz. Hay una luz amarilla tras las nubes que se funden con el océano, mientras se apagan las luces de la ciudad y los edificios cogen poco a poco sus colores desde el gris, algún barco entre la niebla. Estoy cansado de estar en la misma posición, me duele el culo cuando la ciudad ya ha cogido su aspecto, y ya he olvidado mis sueños eróticos. No hay sexo para el paciente.
Me ponen bolsas con esparadrapos para ducharme. Bajo el agua, cargado de trastos, me siento dulcemente cansado, derrotado y sin fuerzas, a punto de disolverme y perderme por la cañería.
Llaman los amigos preocupados. Mi madre. Mi hermana Isabel quiere venir, la disuado. También llaman Upe, Javi y Pablo. Tengo que repetir la historia.
Como hoy no está Sergio, la enfermera le deja su comida a Beni. Brindamos mientras nuestro avión despega para Madrid. Me dicen que me harán una radiografía para ver ese pulmón.
Mi vecino llega bien. Pone en la tele un programa llamado Tenderete sobre la música canaria. Hoy lo hacen desde Puerto Rico. Cuando coge el teléfono siempre dice ¿Qué pasó?, a las terrazas las llama canteras y vacas tabuladas a las que están en el establo. Vienen algunos canarios a verlo, el Cuco trae un sombrero chulo. Es tan auténtico que lo dibujo.
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