domingo, 26 de mayo de 2013
viaje a menorca 2006
Madrugón para salir con retraso. Aterrizamos en Maó. Allí cogemos un coche. Comemos en el puerto, en la terraza flotante del Restaurante La Minerva, que ocupa también un hermoso edificio que fuera fábrica de harinas. Pescados frescos, buena calidad, buen menú y buen precio. El puerto mantiene sus casitas antiguas y muy pocas de arquitecto loco. Ningún edificio demasiado alto.
Sant Lluis es un pueblo construido por los franceses, en sus siete años de ocupación. Su escudo es una flor de lis. Es un pueblo encalado, con frontispicios y adornos neoclásicos (precioso el cementerio), con un molino museo (Es Molí de Dalt) demasiado restaurado y con gente amable que te vende pan, frutas y cañas de cerveza.
Nuestro apartamento forma parte de un grupo de casitas que rodean una piscina. Desde allí cogemos el camino de los caballeros a pie. Es un camino cartaginés que rodea la isla para vigilar los barcos que se acercaban la costa. Enseguida llegamos a una torre de vigilancia inglesa y, un poco más allá, la Cala de Alcaufar como una herida abierta en la roca. Flotan tres pequeños barcos de pesca. En la roca, cuevas donde los pescadores meten sus aparejos. En la calles, barcas boca abajo.
Se está haciendo de noche y me vuelvo pensando que tomarán la misma medida, pero lo que hacen es esperarme pensando en volver en taxi. Aquí no hay taxi y vuelven por el mismo camino demasiado tarde, iluminados por el móvil. Olvidados del asunto, cenamos en la terraza, con el fresco de la piscina.
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