jueves, 14 de marzo de 2013
de nuevo en buenos aires
Tormentón por la noche que parece la fin del mundo. Mucha agua y alguien entrechocando piedras gigantes allá arriba. Sobrevivimos. Hago el desayuno a la mañana y los bocadillos para el bus. Sale el sol y me siento un rato bajo el eucalipto.
Nos despedimos de los dueños y deseamos mejoría para la conjuntivitis de la señora, que es muy evidente. El bus es un semicama como siempre, mejor: con más espacio entre los asientos. Se pone a llover fuerte y empiezan a caer goteras. Afortunadamente nosotros no nos mojamos aunque tenemos
que retirar los bolsos porque el suelo se está inundando. Hechos a todo, nos dormimos un buen rato, y luego miramos las vacas y los caballos a montones que no paran de comer hierba.
Terminal Retiro, 126, hotel Bolívar. Nuestra habitación está ocupada y nos dan una más pequeña (pero no más barata), no importa está en el patio y mañana nos dan la nuestra. Después de tanto bus tenemos ganas de pasear. Recorremos la parte del barrio donde está la plaza de Eva Perón, galerías, bares, la Iglesia de San Telmo. Finalmente nos apalancamos en el bar de la Plaza de Dorrego, el que usaba de decorado la pintora que me gustó en la calle Defensa. Está bastante machacado, todas las mesas y frisos escritos, las maderas levantadas; quizás eso lo hace agradable, pero no más barato. Estamos un buen rato, yo lo dibujo. Después vemos disponibilidad, precios y las habitaciones de un hotel que nos gusta en el barrio para Alfonso e Isabel. No es muy caro, tiene aire acondicionado, cafetería, desayuno buffet, nuevo y limpio… nos gusta para ellos, casi también para nosotros pues sale por poco más de cuarenta euros; pero yo prefiero pagar la mitad y sentirme como en casa.
Compramos una cerveza de a litro en un chino y nos sentamos en el patio de nuestro hotel. Enchufo la compu y escribo esta crónica. Cada vez más pequeñas porque cada vez hay menos sorpresas. Buenos Aires es ya como estar en nuestra casa. Vamos a Monserrat, un poquito al norte, pero resulta incómodo pasear con las aceras llenas de bolsas de basura y cayendo agua de los balcones. Finalmente acabamos en La Coruña, el choripán y la plaza de Dorrego, con las terrazas siempre llenas y el inmenso ombú de principios del siglo XIX, que ya dibujara la semana pasada. Hace calor y estamos cansados, así que a casita.
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