sábado, 15 de septiembre de 2012
amanecer en mumbai y la isla elephanta
Me despierto en Panvel. Gente dormida en el suelo de la estación. Construyen una estación faraónica con columnas de capiteles de flor de loto. Todo el mundo anda repeinado en el compartimento de Beni, que es el único con la luz encendida y activo. Ella duerme. Mucha gente lleva el dinero liado en un pañuelo. Esto es Nilaje, ya estación de metro de Mumbai. En Thane se baja mucha gente. Entra un grupo de mujeres pidiendo dinero. Me piden tocándose la barriga. Son hombres vestidos de mujer y muy maquillados. El tren va a 5 km/h, ya llevamos 12 horas de viaje. Los cercanías cruzan con las puertas abiertas, sacan la cabeza para coger el fresco.
La llegada a Victoria Station es espectacular. Miles de bultos de arpillera se ponen en movimiento. Otros, esféricos, están hechos cosiendo dos cestos de mimbre por sus bocas. Los familiares que esperan se agarran al tren aún en movimiento, se cogen de sus seres queridos por las ventanas. Impresionante esta masa humana que se mueve en el andén a la velocidad del tren. Mucha gente durmiendo, y también repartiendo periódicos. Me despido de Sham, gran jugador de billar, y Florence. Me desean feliz viaje.
La amanecida nos pilla en la calle, cuando se levantan todos los que duermen bajo los soportales. Descansamos mientras dibujo la Fuente de Flora, junto al Palacio de Justicia. Se pone a llover sobre los ciclistas. Mucha gente sigue dormida por las calles. Los que tienen un puestecito rodante, duermen debajo. Los que lo tienen fijo, en el techo. Los taxistas dentro del taxi. Las aceras están repletas de durmientes. Ya se desperezan sobre las marquesinas del bus. Los taxistas empiezan a lavar sus taxis y los más madrugadores se lavan la boca con el agua de una botella. Otros, en calzoncillos, se echan agua por todo el cuerpo. Mumbai tiene un enorme problema de superpoblación. Hay zonas con 400.000 habitantes por km2, una de las densidades de población más altas del mundo. Beni está cansada y con pocas ganas de nada.
A las siete, ya estamos en el Olympia. Beben el café de los platillos. Comemos huevos con chile, café con leche y bollo, y un zumo de lima. Se arma un poco revuelo alrededor de nuestra búsqueda de hotel en el que no nos roben por dejar las maletas el último día. Acabamos dormidos en la recepción del City Palace, mientras arreglan la habitación, y luego encima de la cama.
En la Puerta de la India cogemos una barca a la isla Elephanta, poblada pòr una pequeña comunidad Gharapuri. Aquí vemos los templos excavados en la roca. La temperatura es muy agradable aquí dentro y resulta mágico este juego de luces y sombras. Desde la oscuridad se siluetean los guerreros, los dioses y los monos de un lado a otro. Los relieves, muy machacados por los cristianos portugueses, siguen impresionando. Y también la mirada tan humana de estos monos.
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