domingo, 5 de agosto de 2012
western canada train
Anoche, al llegar al hotel, aparecen nuestras queridas maletas. Por fin podemos tirar estos ridículos calzoncillos y bragas turísticos estampados con hojas de arce rojas.
Y hoy, mi soñado tren, en línea recta siempre hacia el Oeste y sin vuelta. Huyendo siempre de lo vivido, adentrándonos siempre hacia lo desconocido. En este tubo de acero lleno de ventanas donde ver pasar el mundo que uno deja atrás.
Nos dan un folleto del tren y un librito con el recorrido, de Toronto a Vancouver. Resulta graciosa su estética rancia para la clase media hortera, como nosotros. En las fotos, han incrustado los paisajes en las ventanillas. Nos acomodan, a Ana un asiento y litera y a nosotros un camarote bajo la cabina panorámica y junto al bullet lounge, donde se desayuna y se lee con un bar y cestas de manzanas. Patricia, una joven rubia simpática que habla en inglés, se presenta. Ella nos montará la cama y nos mantendrá el camarote. Quiere que la llamemos Trish.
Pasamos varias horas atravesando los grandes lagos, pinos, abedules y arces. En algún momento, la enorme chimenea de la INCO (The International Nickel Company of Canada), construída para salvar a Sudbury de la lluvia ácida. Esta compañía había convertido todo el entorno en un paisaje lunar. Con esta chimenea tan alta lograron que el viento se llevara toda la porquería a Escandinavia. El niquel es el recurso natural más importante de Ontario. No nos importa joder al prójimo.
Ya en el restaurante, nos comemos un potaje caliente de pintas con berenjena y zanahoria y un sandwich con lonchas de buey que ellos mojan como un bizcocho en la salsa caliente de carne. Cojo un buen punto con este cabernet de Ontario y luego me dejo adormilar con el traqueteo del trennnn.
Acabo de descubrir tu blog por pura casualidad. Estoy maravillada. Qué dibujos! qué cuadernos! Gracias por compartirlos. Volveré a menudo. Felicidades
ResponderEliminarEulàlia
Gracias a ti. Soy más feliz si sirve a alguien.
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