jueves, 24 de mayo de 2012
告辞 : gào chí : adiós
Amanece a las cinco y media. Aquí siempre hay actividad, no descansan. Los comercios siempre abiertos. Restaurantes abiertos hasta altas horas de la noche, discotecas funcionando a la una o las dos de la tarde. Se duermen sobre los artículos, sentados en sus talones. Maruchi baja con nosotros y le da las indicaciones al taxista. Tasas y papeles de inmigración. El arco de rayos y truenos. Controles policiales. Caro carísimo. Compro una caja de bombones preciosa que resulta ser de nidos de té. Comemos spaguetti con atún. Aquí no hay palillos, nos ponen unos cacharros metálicos para pinchar y cortar, como de cirujano.
Estar con la comunidad de españoles nos ha hecho más rutinario Beijing. Aunque hemos visto muchos sitios, nos ha hecho perder la intensidad en la percepción de las cosas. Hemos perdido aventura. Son una comunidad de becarios jóvenes, enrollados. Pero sólo hablan en español e inglés y no tienen una relación tan directa con los chinos.
Atravesamos Mongolia Exterior, los Urales... ya estamos en Europa. Helsinki. Tipos rubios y blanquitos con gafas. Suelos de madera que pisan sin zapatos. Es la tercera vez que pasamos horas en este aeropuerto. Viejo conocido. La tripulación circula en patinetes. Los meaderos de diseño se activan con tu presencia. Estúpido progreso.
Preciosas vistas aéreas de Helsinki y Estocolmo. Los bosques arañados por cultivos, con un tono verde más amarillento. Las nubes como cordilleras de algodón. Los lagos brillan como si fueran de mercurio. Estocolmo. Gente limpia y afeitada. Aún nos quedan tres horas de viaje, casi nada en el total de quince.
La expresión de Beni anuncia el final del viaje. Preciosas páginas y relatos...como siempre.
ResponderEliminarGracias Clara, os deseo unos felices cuadernos en Zaragoza.
ResponderEliminarGracias Jose María, espero que algún día estés "de vuelta con el cuaderno" por ella. Estaría genial, sería un placer volver a dibujar juntos.
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