miércoles, 9 de mayo de 2012
Qufu (曲阜)
Dolor de espalda por la mañana, por culpa del colchón de cinco centímetros sobre tabla. Hay un orinal en la mesita de noche y un servilletero con papel higiénico.
Es un pueblo grande con mucho turismo interior, pues aquí está el enorme Templo de Confucio, arrasado y reconstruido muchas veces. Lo curioso es que es el segundo mayor de China (el primero es la Ciudad Prohibida) y que surgió de la casa donde vivía Confucio, que sólo tenía tres habitaciones (y, finalmente, estorbaba en los proyectos y se eliminó).
En una pastelería nos ponen un café con leche con bollos y pajita. Vemos las mansiones de la familia Kong, riquísimos descendientes encargados del mantenimiento del Templo. Llenas de habitaciones, patios, árboles milenarios y un jardín con bonsáis. Alucinamos con las vigas pintadas y la enorme saphora japónica. Tocamos la sabina china de la suerte. Su tronco se retuerce como una soguilla. Una chica nos guía por el Templo en inglés. Tiene las tejas de cerámica vidriada amarilla. Quiere que le indique dónde está España. Hay mogollón de obreros de visita con su mono azul y su casco amarillo.
Comemos en el Youzhen Binguan, de rica comida local. Sopa nutritiva, pescado y un capricho: ginkgo con azúcar, pesadísimo. Riquísimo el pescado, con verdura y hongos gelatinosos. Los cocineros se asoman a hurtadillas (¿esperando que explotemos?).
Maravillosas acuarelas gigantes en la estación del bus. De un plano copio los nombres de las ciudades en chino. Los servicios tienen una pared con cascada de agua para mear, por lo que hay que retirarse el máximo posible. En el campo, la gente trabaja con azadillas y palas. Terrazas verdes y cultivos en plásticos. Casitas a dos aguas al fondo y, más atrás, montañas que ya azulean. Hace frío en el bus.
Hay una brisa fresca en Qingdao. El taxi nos da una buena vuelta hasta llegar a un hotel de su gusto. De 400Y lo bajamos a 250. El botones nos pone la calefacción y la tele, y nos trae unas tazas de té verde calentito. Me hubieran gustado unas buenas vistas al mar.
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